¡Únete pueblo!

Reprodução/www

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O Massacre do Tlatelolco, na Cidade do México (MEX), em 1968, já frequenta o arquivo do Lado D, mas o texto a seguir, inédito, estava guardado desde outubro do ano passado. Não envelhece…

O que mudou foi o nome da agência de informações, que à época tinha o nome “Agencia Periodística del Mercosur – APM”, e há poucas semanas teve alterada a identificação para “Agencia Periodística de América del Sul – APAS”.

1968… Europeizados acham que foi só na França… O bicho pegou geral, praticamente no mundo todo, embora o ‘glamour’ da insurgência tenha ficado, pra variar, na terra de De Gaulle. (Ricardo S.)

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Cuando Tlatelolco fue escenario del horror

En 1968 las fuerzas del orden mexicanas abrieron fuego contra decenas de estudiantes que se manifestaban en la Plaza de las Tres Culturas, en México DF. Una escena que se vio días atrás en Ecuador y hace décadas en Argentina.

por María Victoria Sánchez

El pasado 30 de setiembre (2010), la Policía Nacional de Ecuador reprimió a los ciudadanos por cuya seguridad debía velar. El motivo fue que esa fuerza intentaba destituir – y matar de ser posible – al presidente de Rafael Correa. El pueblo salió a las calles masivamente para respaldar y rescatar al mandatario.

Mucho más lejos en el tiempo, el 16 de junio de 1955, las Fuerzas Armadas de Argentina bombardearon la histórica Plaza de Mayo y demás zonas aledañas a la Casa Rosada, sede del gobierno. El motivo fue la violenta oposición hacia el entonces presidente Juan Domingo Perón, fundador del movimiento nacional y popular de mayor envergadura en ese país.

El año 1968 estuvo marcado por las revueltas políticas, con sectores juveniles a la cabeza. Tanto es así que ese año es rápida y mundialmente asociado con el “Mayo Francés”, una serie de protestas que se llevaron a cabo en ese país, especialmente en París, durante los meses de mayo y junio. Los sucesos fueron iniciados por grupos estudiantiles de izquierda en repudio a la sociedad de consumo. Posteriormente se plegaron obreros industriales, sindicatos y el Partido Comunista Francés. De esas protestas iniciales se llegó a la mayor revuelta estudiantil y a la mayor huelga general de la historia de Francia, secundada por más de 9 millones de trabajadores.

Pero no todo sucedía en aquel continente. Nuestra región también vivía tiempos revueltos. Mientras en Argentina estaba en franco asenso la organización obrera, en alianza con el movimiento estudiantil, en contra de las repetitivas dictaduras represivas, en México otro levantamiento comenzaba a gestarse, aunque con un punto inicial que dista de consignas anticapitalistas y antiimperialistas.

El movimiento estudiantil de 1968 estuvo conformado por estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto Politécnico Nacional (IPN). Lograron articular, además, con profesores, intelectuales, amas de casa, obreros y profesionales en la Ciudad de México.

El 2 de octubre de 1968 fueron reprimidos por el gobierno mexicano en la matanza realizada en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco. El crimen fue cometido por el grupo paramilitar denominado Batallón Olimpia y por el Ejército Mexicano. El blanco fue una manifestación pacífica convocada por el Consejo Nacional de Huelga, órgano directriz del movimiento. De esos hechos se responsabilizó al presidente mexicano, Gustavo Díaz Ordaz.

El fuego de esta historia comenzó a encenderse el 22 de julio de 1968, cuando un incidente de fútbol americano entre el IPN y la preparatoria Isaac Ochoterena, incorporada a la UNAM, terminó en una gresca. El cuerpo policíaco de granaderos son quienes disuelvieron el disturbio y detuvieron a varios estudiantes, aún dentro de las instalaciones del IPN.

En repudio a la violencia policial, entre el 26 y el 29 de julio varias escuelas comenzaron un paro de labores. Granaderos y el Ejército entraron, entonces, a varias de las escuelas, incluso destruyeron algunos establecimientos como el de San Ildefonso que fue atacado con una bazuca.

El 30 de julio de 1968, el rector de la UNAM, Javier Barros Sierra en Ciudad Universitaria, condenaría públicamente los hechos, izando la bandera mexicana a media asta y con un emotivo discurso se pronunciaría a favor de la autonomía universitaria y exigiría la libertad de los presos políticos, refiriéndose a los estudiantes detenidos.

Ese mismo día encabezó la marcha por la avenida de los Insurgentes, donde surgió un lema muy común utilizado por el movimiento estudiantil: ¡Únete pueblo!. El 26 de agosto una multitud se dirigió al zócalo capitalino. Fue la primera ocasión en que se insultó públicamente al presidente Díaz Ordaz.

Al finalizar esa manifestación se decidió esperar el informe presidencial en ese lugar, pero la madrugada del 28 de agosto se abrió las puertas del Palacio Nacional y desde allí el Ejército reprimió. Días después se realizó “La marcha del silencio” lo cual sirvió de excusa para que el Ejército invadiera la Ciudad Universitaria de la UNAM y el Casco de Santo Tomás, uno de los campus del IPN.

El 1 de octubre, el ejército se retiró de esos predios, y el día siguiente miles de personas se reunieron en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco. El Ejército vigilaba la Torre de la Secretaría de Relaciones Exteriores, posible blanco de los manifestantes, según el gobierno.

Por su parte, miembros del Batallón Olimpia – cuyos integrantes iban vestidos de civiles con un pañuelo o guante blanco en la mano izquierda – se infiltraron en la manifestación hasta llegar al edificio “Chihuahua” donde se encontraban los oradores del movimiento y varios periodistas.

Cerca de las seis de la tarde, casi finalizado el evento, un helicóptero sobrevoló la plaza y dispararon bengalas, presunta señal para que los francotiradores del Batallón Olimpia abrieran fuego en contra de los manifestantes. Pero también atacaron a los militares que resguardaban el lugar de modo de hacerles creer a estos últimos que los estudiantes eran los agresores.

Los militares repelieron la supuesta agresión de los estudiantes, pero los disparos no fueron dirigidos contra sus agresores sino hacia la multitud de manifestantes que se encontraban en la plaza de Tlatelolco.

Muchos manifestantes se escondieron en edificios aledaños, pero esto no detuvo al ejército que, sin orden judicial, irrumpieron a cada uno de los departamentos de todos los edificios de lo que conforma la Unidad Tlatelolco, para capturar a los manifestantes.

Aún se desconoce la cifra exacta de muertos y heridos. El gobierno mexicano manifestó en 1968 que fueron sólo 20 las víctimas fatales, pero tres años más tarde la escritora Elena Poniatowska, en su libro “La noche de Tlatelolco”, publicó la entrevista de una madre que buscó entre los cadáveres a su hijo y reveló que por lo menos había contado 65 cadáveres en un solo lugar.

Después de esa matanza, hubo un acto de repudio de fuerte repercusión en el mundo. El sábado 12 de octubre de 1968 Díaz Ordaz inauguró los XIX Juegos Olímpicos, bautizados como “La Olimpiada de la Paz”, en ese momento un grupo de manifestantes lanzó sobre el palco presidencial, un barrilete color negro en forma de paloma.

Politólogos e historiadores coinciden en señalar que este movimiento y su terrible desenlace aportaron a profundizar una permanente y más activa actitud crítica y opositora de la sociedad civil. Eso fue así, según los analistas, principalmente en las universidades públicas. También valoran que la violencia de las Fuerzas Armadas y policiales no hizo más que incitar el desarrollo de guerrillas urbanas y rurales, y dio cabida al periodo conocido como la Guerra Sucia.

Autores como Fernand Braudel, Immanuel Wallerstein y Carlos Antonio Aguirre Rojas coincidieron en señalar al movimiento de México inserto en un contexto planetario de luchas sociales surgidas y recreadas de las universidades, luego de vivirse un periodo de bonanza económica por la Posguerra. En ese sentido, fue Braudel el primero en denominar al movimiento “Revolución cultural de 1968”, caracterizado por revolucionar para siempre los tres principales espacios de recreación de la cultura: la familia, los medios de comunicación y la escuela.

{ Agencia Periodística de América del Sur – APAS }

Publicado em 19.06.2011

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