Trabajar y hacer trabajar el mal


| Divulgação |

“Acting out” electoral

por Eduardo Sanguinetti [*]

La clase política no ha aprendido nada de la lectura del rotundo fracaso de cuarenta años de democracia, sin lograr salvar la razón política, tan precisa para salvar la independencia y autodeterminación en libertad y verdad de la República Argentina, pues seguir denunciando esta inmoralidad fundamental como una depravación accidental de las costumbres, debería ser asimilada al sentir y accionar de una sociedad. ¿O seguir pagando la deuda delictiva al FMI?… ¿El golpe cambiario ya ha acontecido?… O seguirán llegando más golpes de todo tipo…

Porque se trata en realidad, de la regla oculta del juego: trabajar y hacer trabajar el mal cuál principio retórico de inercia y de inestabilidad emocional de un pueblo presionado a entregarse a una instancia lúdica de fraude, corrupción, mentira, bajos instintos en nombre de la patria “entregada” y la estafa, presentando una total y absoluta ausencia de proyectos para el futuro incierto.

Negar esta evidencia no es cínica, no es más que la enunciación de la regla de un juego perverso y pervertido, de los ávidos candidatos a funciones trascendentes en un país que no encuentra su camino y destino… Negar esta evidencia, insisto, negar esta regla equivale simplemente a una ausencia total de sentido político. Esto es lo que hipoteca la ética política, el proyecto de permanecer en una democracia representativa, hoy ausente y lo que origina la hipocresía y debilidad de todos sus discursos mentirosos y fraudulentos.

Esta regla de juego, esta inmoralidad fundamental, debe permanecer oculta forma parte del espacio maldito que ninguna razón social podrá jamás captar. No olvidemos que en muy pocos momentos una sociedad se ofrece a sí misma el espectáculo de su inmoralidad, de la misma manera que en muy pocas ocasiones se ofrece a sí misma el violento espectáculo de la ilusión democrática.

Sociedades pretéritas no disimulaban que funcionaban abiertamente a base de la crueldad y la violencia extrema, manifiestas en penas de muerte, persecución sistemática sin fin a quienes se oponían al poder de turno… La nuestra se niega a hacerlo, instala toda su energía en velar toda evidencia de violencia y exclusión a la luz de los hechos.

La indiferencia es mayoritaria y desenfrenada. Esta indiferencia, desentendimiento, falta de observación, fueron obtenidos sin duda mediante estrategias sigilosas, obstinadas, que introdujeron lentamente sus caballos de Troya y supieron sustentarse tan bien sobre aquello que propagaban – la falta de vigilancia – que fueron y siguen siendo imperceptibles, y por ello tanto más eficaces.

La indiferencia es feroz. Constituye el partido más activo, sin duda el más poderoso de todos.

Para un sistema, la indiferencia general es una victoria mayor que la adhesión parcial, no se ignora que nos han declarado una guerra los enemigos de la libertad y la igualdad, son ellos, los neonazis, en acto de instalar el adoctrinamiento, autoritario, represivo sobre los habitantes de la República Argentina y del mundo.

En verdad, es la indiferencia la que permite la adhesión masiva a ciertos regímenes, las consecuencias son por todos conocidas. Pero, qué sucedió para que Argentina se debate nuevamente en esta instancia que tanto le ha cobrado en tiempo y vida a un pueblo, con buitres de la corporación mafiosa mediática que hora a hora difaman, mienten y dibujan la realidad distópica, que consideran apropiado para minimizar el sufrimiento de los indigentes.

En Argentina, la mentira es tan verdadera como la verdad, cuanto más dramático sea el contraste de la invención con la realidad, tanto mejor… El oficialismo debe anticipar derrotas… Pareciera que no está en su voluntad hacerlo en estado de anomia…

He aprendido según transcurrieron en el descuento de los años de mi vida, los magros presupuestos con que la comunidad cuenta, para dar el empujón al abismo del “nunca jamás”, a todos los delegados de la farsa y el espectáculo mediático pestilente, donde caerían por ley de gravedad y levedad, sin remedio y de manera higiénica y clara los dirigentes del “averno” político.

Tampoco creo que las personas se hagan alguna ilusión respecto de la sustancia política de las elecciones, pues no se sienten representadas. Pero a su modo la han utilizado y a pesar de todo los autodenominados representantes del pueblo, a pesar de ser unos energúmenos, no dejan de ser ingenuos, pues entienden su elección como una aprobación y un consenso popular, ni siquiera imaginan que no hay nada tan ambiguo como empujar a alguien al poder y el espectáculo más nefasto para la comunidad ha sido siempre sin duda el fracaso de la clase política para calificarla de algún modo.

Tampoco creo que este “acting-out” electoral haya supuesto para la mayoría de la gente una determinada proyección de sus esperanzas, un juramento de fidelidad a un movimiento espectral, donde la equidad, la solidaridad, la armonía y la educación accionen como voluntad de representación.

De este modo, a pesar del desgaste y rozamiento, se produjo un cortocircuito de lo simbólico, que actuaba cual placebo interno de la conciencia de una humanidad manierista/esclava y la discusión parece producía cierto vértigo, por lo que el esfuerzo en llegar a un diálogo se tornaba casi imposible, devenido en valioso, porque no decirlo o ser inútil, ignorante y mentiroso, no da resultados formidables en este sistema de sujetos-objetos, que preparan su cuerpo para los gusanos, soportando lo insoportable, en nombre de la democracia ficcional, al servicio de las mafias corporativas, incluidas las mediáticas, donde la verdad es eliminada y la mentira es instalada como fuente de todo acto delictivo.

En el interior de las democracias, se insinúa con insistencia formas de simuladas confrontaciones, donde no se llega a visualizar quién es el receptor y quién el emisor de noticias solapadas en formato “espionaje super-escort” modelo tercer milenio, tendencia “crimen organizado VIP”. Una fisura posmoderna que insinúa lo obvio, permaneciendo extrañamente publicitada, desde un perfil de posibilidad cercana, o trascendido, de lo que parecía irreal y lejano, pero que nadie ignoraba, al menos se presentía cierto tufillo a “voyeurismo” en acto de aniquilar la esencia sagrada de la intimidad, ¿suena terrible no?

Como consecuencia de un proceso interno de aniquilamiento y desmoronamiento de la irracionalidad post-pandémica, de la invocación a los principios de libertad de la razón “impura” que hoy podemos clasificar como ensayo de tramas mafiosas de mutantes, que en su sentir post-escatológico, apostaron al “juego de la oca”, con una comunidad invitada al intento de avanzar o retroceder en el espiral de 63 casillas, sin dibujos y sin dados que propone este juego de mesa, con la justicia operando como juez y parte, lógico ¡Ah! con castigos incluidos; son las reglas del juego… ¿De qué otra manera se podría jugar con la mafia global política y sus socios del establishment?

[*] filósofo, poeta y performer

{ Agencia NOVA }

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