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Los efectos de la victoria de Hezbolá en Guerra de Julio de 2006 continúan proyectándose en la actualidad
por Yusuf Fernández
El secretario general de Hezbolá, Sayyed Hasan Nasralá, apareció en un discurso después de la Guerra de Julio de 33 días en 2006, calificando el resultado de la guerra como una “victoria divina” que establecería nuevas ecuaciones en la región. En su rotundo discurso del 22 de septiembre de 2006, Sayyed Nasralá expresó su conocida declaración: “La era de las derrotas se ha ido. Es el tiempo de las victorias”.
Estas palabras demostraron una justa predicción. Durante la guerra de Julio, “Israel”, que sufrió 150 muertos y 450 heridos en sus combates con los combatientes de Hezbolá, no fue capaz de avanzar en el sur del Líbano, aunque sí pudo causar la muerte de 1.200 civiles libaneses. La derrota israelí a manos de Hezbolá tuvo lugar en un contexto en el que el movimiento libanés contaba con unas capacidades limitadas, en especial cohetes de potencia y alcance reducidos que apenas podían llegar a asentamientos israelíes cercanos a la frontera.
Durante el conflicto, “Israel” no pudo lograr ni un solo objetivo de los que había anunciado:
– Lograr la liberación de los dos soldados israelíes que Hezbolá tomó como prisioneros el 12 de Julio de 2006.
– Detener el lanzamiento de cohetes de Hezbolá contra los territorios ocupados.
– Desarmar a Hezbolá.
La guerra terminó en agosto y ninguno de estos objetivos se logró. Los cuerpos de los dos soldados israelíes secuestrados fueron devueltos en julio de 2008 en un acuerdo de intercambio indirecto mediado por Alemania entre Hezbolá y la entidad sionista.
Los combatientes de Hezbolá no dejaron de lanzar cohetes. Las ciudades israelíes estuvieron bajo el fuego de la Resistencia libanesa durante 33 días.
Además, Hezbolá mantuvo sus armas. Y aún más, el movimiento de resistencia libanés ha fortalecido considerablemente su poder militar desde 2006.
Uno de los días más dramáticos de la historia militar de “Israel” fue, sin ninguna duda, el 12 de agosto de 2006, en que tuvo lugar la que ha sido considerada por algunos como “la mayor batalla de la guerra” y que los libaneses denominaron como “la masacre de los Merkavas”.
En ese día, 20 tanques israelíes Merkavas fueron destruidos y 32 dañados en el Valle de Al Huyair al Salluki, en el Sur del Líbano, según cifras libanesas. Durante este enfrentamiento, los israelíes afirmaron que 23 militares israelíes resultaron muertos y 110 heridos (“The war in numbers”. Jane’s Defence Weekly. 23 August 2006), siendo probablemente la cifra bastante superior.
Ese fue el día en el que la reputación del tanque Merkava – presentado poco menos que invencible por la propaganda israelí – se vino abajo.
Lo interesante de esto es, a partir de entonces, un ejército de ocupación, que una vez se consideró a sí mismo invencible, usa ahora el término “disuasión” frente a un movimiento popular de resistencia, reconociendo así que Hezbolá ha impuesto su propia ecuación de “disuasión”, un hecho que ya viene a significar implícitamente el fracaso de los otros objetivos israelíes enumerados.
Hoy en día, “Israel” sabe que Hezbolá es, sin duda, una fuerza más poderosa con muchos miles de misiles, algunos de los cuales son de alta precisión y un alcance que cubre toda la Palestina ocupada, incluyendo los tanques de amoníaco de Haifa, el aeropuerto Ben Gurion o el reactor nuclear de Dimona. También dispone de medios de defensa antiaérea y antitanque y drones sofisticados. Además, ha comenzado a producir buena parte de sus propias armas.
Al mismo tiempo, los combatientes de Hezbolá han adquirido una notable experiencia durante la pasada década en la guerra de Siria, donde hicieron frente a terroristas takfiris con el uso extenso de todo tipo de armas. Los medios israelíes y estadounidenses han descrito a Hezbolá como una infantería entrenada, cualificada, bien organizada y altamente motivada, que está equipada con armamento moderno de los arsenales de Siria, Irán, Rusia y China, incluyendo equipos de comunicación avanzados. Se habla también de que algunas armas occidentales capturadas por los rusos en Ucrania, como los misiles antitanque estadounidense Javelin, han acabado en Irán y pueden ahora ser reproducidos y mejorados por este país y enviados ulteriormente a Hezbolá en el Líbano.
Todo ello explica la decisión israelí de evitar a cualquier coste un conflicto con Hezbolá, como puede verse estos días con su abstención de emprender acciones contra las tiendas de campaña que el movimiento ha colocado en las Granjas de Shebaa, en territorio libanés ocupado. El gobierno de Netanyahu ha intentado usar la vía de las presiones diplomáticas a través de terceros sobre el gobierno del Líbano para que estas tiendas sean desmanteladas, pero no ha tenido éxito.
Como parte de su estrategia, Hezbolá ha sabido también desarrollar sus relaciones con otros movimientos y países del eje de resistencia, que serían valiosos en caso de un conflicto con “Israel” y entre ellos hay que citar no solo a Irán y Siria, sino también al movimiento Ansarulá de Yemen y varias milicias iraquíes, además de las diferentes facciones palestinas, lo que llevaría a una guerra en múltiples frentes en caso de una agresión israelí contra el Líbano.
Con las amenazas de pesadilla de Hezbolá de conquistar Galilea, causar enormes daños a la entidad sionista con misiles de precisión y ataques generalizados a infraestructuras militares y civiles de la entidad sionista, los comandantes militares israelíes creen que solo el cese el fuego los hará sentirse seguros de nuevo.
{ Al Manar }
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