Pensados para gestionar la media


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Desigualdad, esclavitud y dependencia

por Eduardo Sanguinetti [*]

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“Toda la vida de las sociedades donde rigen las condiciones modernas de producción se manifiesta como una inmensa acumulación de espectáculos. Todo lo que antes se vivía directamente, ahora se aleja en una representación”

(Guy Debord)

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Tomando las palabras del visionario filósofo Guy Debord, debemos admitir, los que aún no aceptamos el simulacro como forma de vida, que en este tiempo de cambios en el relacionamiento, donde lo falaz se ha asimilado a la deconstrucción de la cultura, los individuos se relacionan a través de las imágenes que se construyen en las monopólicas corporaciones económico mediáticas de los medios de comunicación y no de la experiencia viva, es la forma en que las comunidades consumen un menú de chatarra degradada y aceptan una construcción artificial y dirigida del sentido del mundo como si fuese nuestro medio natural.

El espectáculo, como está planteado hoy, cumple en este sistema infecto, una función equivalente a la que cumplía la religión en las civilizaciones de todos los tiempos o el arte en la formación del capitalismo.

Su lógica consiste, como en el “porno”, hacer de la representación que muestra algo más real que la experiencia vivida, más real que nuestras propias necesidades, reduciendo al individuo a la condición de espectador en la política, la cultura, en el acontecer del mundo… en la producción y el consumo, en la aceptación del estado de cosas existente.

Los sistemas masivos de calificación, de evaluación y de indicadores están pensados para gestionar la media. Lo que parece diferente, extraño se tiende a excluirlo del denominado sistema ¿democrático?… Por favor alcahuetes, no me hablen de democracia, pues es un estatuto imposible.

La única manera de combatir ese sesgo es tener un sistema en paralelo para concederse una cierta excepcionalidad porque el sistema, por nuestro comportamiento gregario y por la igualdad democrática, jamás aplicada, tiende a premiar la conducta adaptativa, la que jamás disiente.

Los serviles mediocres, conformaron el Club de la Obsecuencia, para ayudarse unos a otros, de ese modo se aseguran devolverse favores, por las dudas se modifique el rumbo de sus vidas, experimentadas a distancia de sí mismos, e irán cimentando el poder del ghetto, que va creciendo, sin resistencia alguna, y atrayendo a sus pares, que se cuentan por millones.

Ante la prisa del momento que no admite esfumados ni críticas, la opción sería la construcción de culturas paralelas en los márgenes del sistema: crear una situación en acto pleno de enfrentamiento y “doble poder”… construir la “obra de arte total”, que habría de ser la transformación del sistema, la creación de situaciones que incluyan a los que transitamos nuestro propio sendero de vida, libres de adoctrinamientos delictivos, que el sistema impone, por obra y gracia de mediocres, tan competentes a la hora de traicionar.

El nuevo paradigma instalado por este sistema, donde los mediocres, son espectadores pasivos del acontecer de su vida, el principal cambio que ha ocurrido en estos años fue “el rapto de la realidad”.

Los serviles mediocres aplicados y carentes de todas convicciones y pasiones propias de lo que es un ser humano dotado de todos sus elementos constitutivos, ven coronada su condición e incluso se los premia, pues parece que el futuro es suyo, simplemente porque las instituciones de poder son reacias a asimilar a su función eliminadora de la verdad, a personas comprometidas consigo mismas, sin temores y reacios a servir en lo que no cree, incluyen también en esta exclusión a quienes sean originales en sus pensamientos y métodos de análisis.

De qué democracia me hablan, si no hay igualdad, la riqueza concentrada en pocas manos, de quienes son dueños del aparato de medios mafiosos de desinformación, quienes instalan a la privilegiada horda de descerebrados/as que completarán las listas de funcionarios/disfuncionales en elecciones articuladas para cumplimentar el “espectáculo del estupro democrático” en plena vigencia.

Sumo los negocios de los miserables ricachones, en salud, educación, previsión, energía, control de fuerza pública que ejerce monopolio de la violencia manipulados por los mismos “garcas”, un “círculo vicioso”, que se repite desde siempre, bajo el ficcional principio democrático, de la sociedad del espectáculo, en plena función de lobotomización, la concreción de los fines de esclavitud, desigualdad y dependencia, planteados por este sistema inmundo, para una humanidad sin destino aparente de rebelarse al status quo.

Y, como dijera hace un par de décadas en un Congreso de Arte y Comunicación en el St. John’s College de la Universidad de Cambridge: “Todo es excusa para el coito, vanidad y correr tras el viento”, frase que se ha visto cristalizada en estos tiempos de cultura prostibularia, llevada a cabo por políticos gourmet, pseudoartistas de la “nada”, en fin, la media es el sistema… No es ético desde ningún punto de vista que los funcionarios que se dicen nacionales y populares vivan con lujos negados al pueblo en estado de pobreza extrema, no lo admito de ningún modo, como ciudadano en pleno uso de sus derechos.

No hay pensamientos difíciles, hay comportamientos imposibles, a los que las comunidades están atadas, por hipocresía, miedo y demás contingencias, elaboradas para que todo parezca “natural”… la vida es breve, lanzar la palabra, siempre resistiendo a las injusticias de un sistema necrótico, es una obligación de los libres del mundo, siempre plenos y satisfechos de cumplir con un destino heroico.

[*] filósofo, poeta y performer

{ Agencia NOVA }

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