El nacionalismo y el mundial de fútbol
Goooooooooooooooooooooooooolllllllllllllllllllll, lo que para una sociedad es la familia como célula viviente para la construcción de cualquier institución dentro de ella, el gol es la culminación de la combinación de muchos elementos para la obtención del mismo, y para ello juegan factores internos y externos.
por Jorge Mangieri
Las sociedades se fundan en la satisfacción de necesidades básicas y dentro de ellas, la más simple, buscar el bienestar, y el juego es el pasatiempo, que unifica a la mayoría de los sujetos, y para ello, se van combinando las necesidades de unos y otros y esos elementos, simples, dan lugar a organizar un juego que tenga reglas, etc. El fútbol, es la célula de un juego mayoritario, que es fácil de entender, de jugarlo, de opinar, que tiene reglas, para que los participantes del mismo disfruten, se enojen, se conozcan en el mismo equipo y compartan con otros, sus competidores, una actividad que los nuclea, quizás desde el lado del aprendizaje sea el emergente de confrontaciones a vencer, que abarque a la mayoría de las personas, dando lugar a un espectáculo, que apasiona, se siente y se inscribe, en una sociedad, que dependerá dónde se desarrolle, de un tipo de juego, que será copiado o no por los competidores, dando lugar a un estilo único.
Ese estilo será adoptado mediante la utilización de un trapito con colores, que da lugar a un sentimiento, tan profundo, tan fuerte, que la mente no comprende, que todo gire alrededor de una pelota, el sentimiento, que cuando se la pasan a un compañero, va todo mi “te quiero” (te tiro una pared y me devolvés un ladrillo), se van formando la unión de simpatizantes, seguidores de un equipo, que cuando trata de hallar a los mejores jugadores, dentro de un territorio, representan al equipo nacional, ese trapito se levanta para mostrarlo a otros y ver quién es el mejor.
La nación, el fútbol, los individuos, la pelota, el gol, los límites, los espectadores, tienden a analizarse en forma global, pero como la piel, tiene distintas capas y cada una debe analizarse, primero separadamente y luego en su conjunto. Todo sujeto es único y la interacción con el otro da lugar al aprendizaje, a la internalización del otro, desde el fútbol jugamos de memoria, la utilización de métodos, para la obtención de resultados, da lugar a cambios en el desarrollo, del juego ya deja de ser un entretenimiento de pequeños grupos, ya abarca a naciones, la identificación que puede tener una integrante de la familia con otro el ciudadano lo tiene con su equipo de fútbol, por lo tanto ese sentimiento se convierte en muchos, dentro de un territorio, es nacional con alegrías y tristezas, vulnerable, como todo sentimiento a manipulaciones.
Los miembros de la familia se enriquecen cuando la misma es abierta y dispuesta a modificaciones a pesar de obstáculos a superar, equipos, los clubes, también enriquecen a sus jugadores, conociendo a otros, sus costumbres, para entender distintos esquemas y estructuras dependerá de dónde se sitúa cada uno, de todas estas transacciones, aparecen aquellas colaterales, que en un principio no están tenidas en cuenta por los protagonistas de este esparcimiento, desde las económicas, sociales, políticas y nacionales que tienen su basamento en algo simple, el sentimiento, el amor a la camiseta, para el hincha es eso nada mas, concientemente, inconcientemente, jueguen distintos factores, que a primera instancia, no se trasluce.
“Disculpe por mi ignorancia, ¿qué es el fútbol?”, lo que para algunos es la vida misma, cada domingo, cada partido, para otros tiene otro enfoque. Pero el nacionalismo, tiene en cuenta el lugar de origen: es difícil que el oso polar pueda vivir en Argentina, como el ñandú en el polo, se podrán adaptar, no podrán trasladar su idiosincrasia a otro territorio, cada nación tiene su juego, sus costumbres, difíciles de desarraigar.
El fútbol como emergente da lugar a una espiral dialéctica, que llega a niveles institucionales de mayor jerarquía, debido a que un integrante lleva consigo toda su existencia. Toda regla tiene su excepción, ese sentimiento y desde afuera como cualquier hincha alentara para que su equipo, nación sea la mejor, tiene una identificación con su equipo, que cuando la pelota empieza a rodar en un mundial, de naciones enfrentadas entre sí, ese gobernante no puede dejar su corazón de lado, lo podrá controlar, se manifestara con prudencia, quizás por negocios, quizás, por orden, dependerá de…, pero ese hincha podrá renegar de su familia, religión, nacionalidad pero nunca del equipo de sus amores.
Con la globalización, Internet, se puede ver con mayor claridad el sentir nacional, el grito de gol es un idioma que pone la piel de gallina, un sentimiento universal, un idioma universal, donde los Grupos Organizados Libremente – G.O.L., cada uno elige su equipo, sus compañeros, jugarán afinidades, costumbres, modos de juego, respeto, confianza, volcarán sus alegrías, tristezas, que a niveles nacionales, es más constructivas que un enfrentamiento bélico, la confrontación menos peligrosa. Para los varones es un tema, quizás quien gane la tenga más grande, con la incorporación de las niñas, a través del padre, bueno, ahí será una de ellas que tendrá que definir ese sentimiento.
Como todo grupo los hinchas no escapan a las generales de la ley el fanático, y este es tan peligroso, en cualquier actividad, pero menos riesgosa, porque de hecho no porta un arma la gran mayoría. Es todo un tema, “Somos los muchachos del tablón”. Es un tema que da para cortar mucha tela, “decíme, saldrán 10 camisetas, 1 de arquero, el referí y 4 suplentes”, “che decíle a tal si no la quiere auspiciar”, para no olvidarnos de la pelota. Ésta se convierte en un sentimiento que cada jugador quiere tener pero para lograr el objetivo la tiene que prestar, y lo peor, patear, tocar, y embocarla dentro de una red para poder anotar un gol y gritarlo a los cuatro vientos, como amante que declara su amor, y se lo dice a todos, de esta situación surge a las claras que el aprendizaje de este juego, en realidad no necesita de grandes habilidades para practicarlo, es masivo, el deseo de jugarlo es la condición para patear una pelota.
“Che, pajero, corré”. Otro tema, para ir separando la paja del trigo en cuestiones de nacionalismo y fútbol, es el de aprendizaje como “el coito perfecto”: hay que penetrar el objeto y dejarse penetrar por él para parir el conocimiento, nunca sin dolor, se transpira la camiseta, ésa que se siente, y ese aprendizaje tiene vertientes tanto individuales como colectivas, y las naciones pueden obtener de las multitudes distintas reacciones, para un bien general o tal vez, para lograr fines específicos como ser el más poderoso, y a través de logros deportivos, imponer teorías tanto económicas, políticas, sociales, difíciles de distinguir, pero que no debiera dejar de pensarse que no puede ser probable, porque los hinchas sufren, cuando su equipo nacional pierde se sienten mal, y ese factor podría ser canalizado, para manipularse.
La nación, debe cuidar de los sujetos, cuando un trapo se nacionaliza corre el riesgo de enfrentar a distintas comunidades, enfrentar hinchas, sin embargo, cuando se logra canalizar los roces que tiene el fútbol, puede verse que las naciones, se intercambian jugadores, favoreciendo a individuos pasar a una situación social de aprendizaje en otro países, nuevos idiomas, por lo tanto, si se encamina correctamente la comunicación entre nación, instituciones de fútbol e hinchas, el nacionalismo, da lugar a que un deporte sea un arte para admirar e invocar, que Dios se encarna en un persona, a través de este deporte que puede ser abordado de distintas maneras para la explicación de cual o tal jugada, cerremos el estadio como el deseo final, terminar una partido antes de los 90 minutos ante el asombro, admiración por una jugada que es difícil de realizar por muchos, dando lugar a los más y los menos.
Los más admiran a los menos, y los juzgan como si desde la tribuna a la cancha se viera un avión en el cielo, el jugar es lento, el avión también, lo que determina tal apreciación es dónde esté cada uno ubicado, desde la tribuna todo es mas fácil, puedo gritar, alentar pero dentro de la cancha todo es distinto, el hincha es jugador pero no profesional, éste es el menos, y tiene un gran esfuerzo desde niño para lograr estar en ese minúsculo lugar de privilegio, realiza trabajo de menores, que nadie tiene en cuenta, por horarios desde pequeños y desde muy temprano, con apoyos de sus padres, representantes, y hasta solos, temprana edad y tempranas mañanas ese juego, es un trabajo, el más duro, y deja de ser un juego para ser un trabajo al que ninguna institución toma como “trabajo para el aprendiz”, hasta si llega a algo le cobran los derechos de formación, “¡Corré, pibe, corré, dale, dale!, hoy no estás convocado”, “Sino cambio los horarios de estudio…”, “Bueno, muchachos hoy yo renuncio, porque conseguí algo mejor”, “Pero profe, yo cambie de escuela de horario”.
Messi es el mejor jugador del mundo, pero quedan muchos en el camino, nadie ve a los aviones, estacionados, todos ven para arriba. “Arriba, pibe, dale, dale”, de “mi hijo el dotor” a mi hijo el fubolista. “¡Corré, tocala!”. Las naciones, los estados, las instituciones, los clubes, salvo pocas excepciones, no están organizados para llevar adelante un juego, que tiene tanta gente que convoca, que se pueden lograr integraciones, aprendizajes, como manipulaciones. Sin embargo hay que ver desde el lado, de que el ser humano aunque con lentitud, vamos avanzando, de a poco, con altibajos, vamos saliendo de una guerra a una competencia entre naciones más civilizadas, y por suerte las grescas, dentro de la cancha son pocos, pero los hinchas siguen a sus trapitos, negocios, que llevan a luchas, peleas, menos peligrosas que una guerra, nadie en su sano juicio puede avalar la violencia, pero la misma, está dentro del ser humano, y con los roces en la cancha , sin una preparación, estudio, familia, puede provocar al perder un partido, querer matar al otro, ¡cortalo!, ¡matalo!, pasá la pelota, pero el hombre, no, el juego limpio, va ordenando, el juego, ésta disciplina, es un espectáculo, que incluye a otras naciones como en este próximo mundial, a África.
El fútbol conquista países, continentes, de una manera más civilizada, ésta conquista tiene la contrapartida que cada nación crea estadios, etc., si el poncho de los pobres es el sol, la alegría de la pelota, cuando empieza a rodar, es de todos, de todos, por pocos tiempo, nos hermana, un sentimiento, con correr del tiempo, tal vez, un arte, que pueden entender todos, un mismo idioma, el juego.
Todo idioma tiene un origen, el juego tiene sus orígenes, nos remontamos a Grecia, a la antigua Olimpia, donde se celebraban los juegos olímpicos dedicados al dios Zeus, cada cuatro años, para celebrar su pasión por las competencias deportivas, llegaban en barcos a las colonias griegas, y se mezclaban, filósofos, poetas, apostadores, escritores, proxenetas, vendedores y músicos, era una fiesta, una fiesta religiosa, pasaron más de mil años, ¡qué lo parió!, se parece, mucho, a ¡qué jugada, es un dios!, la pelota no se mancha, Pelé o Maradona, ¿quién es el metro patrón, Brasil o Argentina?, sigue la fiesta, sigue la pasión.
Toque y toque, juego de varones, dos varones uno a otro, en mi nación somos todos machos, en la mía mitad y mitad, y la pasamos bárbaro, en esa pasión, se incorpora la mujer de a poco, el fútbol de mujeres se va incorporando, en la antigua Olimpia, estaba vedada. Toda pasión produce una emoción, lágrimas en los ojos, cuando sale el equipo se traduce en nuestro país tirando lágrimas de papelitos, los famosos papelitos. Tened presente el hambre canta Serrat, me recuerda a mis padres, el que pasaron. Si el jugador no tiene hambre de gol, hambre de gloria, no puede ser jugador de fútbol, si las naciones no tienen hambres, guerras, bombas, no pueden ser triunfadoras, el hambre te hace crecer, el aprendizaje cuesta, pero los limites que tienen los campos de juego, parece que se desvanecen entre las naciones, al tener que negociar, unas y otras pueden interferir en otras porque sus intereses nacionales, educativos, etc., son creencias de que son mejores, no le preguntan al oso polar si es mejor el calor, los buenos ideales, dan lugar a inmiscuirse en otras regiones, la pelota gira, por historia argentina, empezó antes que Brasil, raro, pero bueno, copiaron, elogiaron a Argentina, y nosotros copiamos a Europa, la intromisión de culturas, ideas, en pos de un triunfalismo, hace cambiar las costumbres, de no tener zapatos, los famosos botines, de jugar descalzo, de potrero, la tierra, ahora tenemos, que los purretes, tienen los mejores botines, (prestame la pipa) buenas canchas pero la habilidad con los lujos no aparece, quizá no sea para tanto, pero el arte es arte, como decía el gaucho.
Mi arte es mi arte, ¿quién recuerda al gaucho, con su pelota, su caballo, el palo y el circulo? Claro, es costoso, el fútbol es barato y… “Hijo, pegale, así, eludí, toque y toque, explicale a tu pibe”. Un pibe juega desde los 7 a los 12 años, en babi, mira si trabaja de chico, la puta, se va incorporando al campo de juego, todos estamos dentro de este juego, hasta el que no quiere, el fútbol, ¿Qué es eso señor periodista?. Las estadísticas dicen que un pibe juega en el mes 3 partidos por fin de semana por 4 semanas por 12 meses dan por 5 años 720 partidos, no será Palermo, pero sus 200 goles puede hacer, y yo como papá le digo cómo patear, cómo tratar a los técnicos, a los compañeros, “¡Dale, pibe, pegale, que la pelota no dobla!”, las naciones dicen a otras qué es lo mejor, “Papá, qué sabés de fútbol si nunca jugaste ni a la Playstation”. El padre tiene la ilusión, de ver a su hijo convertido en héroe, quizá el héroe típico de Grecia, como fue el en el pasado que siempre fue mejor, la historia se hace con documentación, pero los padres hablan de la prehistoria, sin documentación, sólo la palabra, la Ilíada y la Odisea, dale con pernía, siempre los griegos, la puta que los parió, “¡Che, boludo, ojo con las putas!, sí, tenés razón botinera, que bien que están, café, dale a la coca, coca, en mi época la Sarli”, “Papá, cortala, ¡quién te vio jugar!”… bueno, los partidos siempre dan revancha.
Pan y queso, el bueno y el malo, si no tengo el rival, que me enfrente, que pelee, no Pelé, sí Maradona, no tendría motivo la confrontación, sale el pancho y la coca, otra vez, claro es más corto y no rima con Pepsi, ¿te imaginás un cabeza con, en vez de Coca Cola, Pepsi?, no pinta. Las pintadas, te llevo en el corazón, los muchos del tablón, también los borrachos, Mataderos presente, ojo Ciudad Evita, también, están todos, yo escribo de los míos y vos de los tuyos, ¿de cuál sos?, ¡Goooolllllllllll!
Éste jugador está pintado, desde la tribuna, se puede apreciar el movimiento de cada integrante, no puede ocultarse, sino le gritan “no robes más”, en Argentina nos gusta ver el partido bien pegado a la raya la platea, bien cerquita, en Brasil desde la tribuna bien alta, en otras actividades, es más difícil, se nota, mucho más tarde, cuando es tarde, en la tribuna se sufre ya, ahora, y la alegría también. “Los hombres, no lloran, hijo, te dije que los niños no lloran, hacete hombre”, en la cancha pusimos, los habia que poner, “Guinta, huevo, huevo”, “Dale, papá”, el hombre de la calle el macho, aquel que puede pelearse, discutir, se va sobrepasado por un trapito, que cuando la angustia por varios partidos perdidos, nos hacen contener las lagrimas, dejando de lado lo macho – menos, para que aflore el sentimiento reprimido del llanto, y ahí no hay nadie que nos diga maricón, puto, por qué llorás, es entendible por todos los del tablón, lloré como loco cuando Perú nos dejó afuera, y con Bielsa, cómo lloramos, recuero al tren Valencia en la cancha de River, te acordás, lloré, sufrí, fuimos todos machos, quien nos entiende, pero si los dejamos afuera a Colombia y ayudamos a Uruguay, te acordás, cuando ese presi de ellos, nos dijo que éramos todos chorros, bueno, cuando robamos para ellos hubo silencio. Las naciones. El nacionalismo. La conveniencia. Silencio que el saber popular, entiende (entendemos).
“Vos de fútbol, papá, no entendés nada”, “Y vos pelotudo”…, ¡paren!… Gooollllllllllllllllll, nos abrazamos como niños. De qué manera las naciones se van incorporando a este deporte negocio, África mía, del hincha de Camerún, los conflictos en África, se hace difícil ver, la globalización, como infiere en cada nación con el fútbol, los cambios, van detrás de un pelota, donde son los menos que se destacan, pero lo juegan los más, imitando a esos ídolos, los dioses del Olimpo, van apareciendo bajo otra apariencia. Es un sueño, ganamos, seremos el sueño de los dioses.
“Ese es un payaso, mirá cómo juega, quizás, el sueño de un payaso, ¿te acordás del payasito?, ese jugaba bien”. Las naciones se incorporan al juego, qué juego, el comercial, el de la dominación por ser abarcativo de mayorías, es difícil de ver desde la tribuna, cómo juegan las reglas del fútbol, para poder analizar cómo influyen los partidos, los campeonatos, en el poder político, para tomar decisiones, que influyan en lo popular, desentrañar, las incumbencias, de tal o cual resultado, es difícil de comprobar empíricamente, los resultados, del país como anfitrión, para que pase a una segunda fase, se asemeja a cuando mi hijo cumple años, y le hago un partidito con los amigos, trato de que gane él, es su cumpleaños, es el dueño de casa y tuvo sus gastos debe pasar a otra ronda, ¿dónde queda el deporte, la competencia?. Él fútbol da pa’ todo.
El sueño: “Papá, despertate, va a empezar el partido Argentina, ya empieza, dale, ya compramos todo para festejar”. El juego es un festejo para todo niño. Para el niño que siempre estará en uno. Por lo menos ganamos uno a cero.
{ Red Voltaire }
Publicado em 30.05.2009
November 4th, 2010 at 15:32
Gracias Marcelo Bielsa por estos tres años de buen futbol, espiritu y honestidad. Estamos en Chile. país bananero.