Chega ao fim a série da Rodolfo Walsh sobre a Copa de 78, na Argentina.
Imagino que no sítio da agência hermana tenha havido bastante procura por este conteúdo, que está no ar desde o ano passado, momento do trigésimo aniversário do primeiro caneco conquistado pelos nossos vizinhos. Até porque aqui no blog é um dos temas mais acessados, provavelmente pelo contexto histórico que extrapola a face esportiva. A ditadura militar foi o décimo-terceiro jogador, uma vez que o décimo-segundo, los hinchas, faz muita diferença em qualquer disputa por lá. Mas os cinco posts garantem que bala e cassetete também entraram no campo de jogo.
Não é difícil que cheguem outros textos referentes a este mundial, e se chegarem aos endereços do Lado D dos Esportes, continuarão com escalação garantida.
O intuito da reprodução não tem ligação com desmerecimento do título, haja vista a dispensável pilhéria futebolística, ao contrário de rivalidade natural entre camisas diferentes, e sim com o “estilo a vida é um jogo” por misturar estádio e caserna. (Ricardo S.)
. . .
Algunos recuerdos
Como suele pasar a través de la historia argentina, una buena parte de sus habitantes sólo miró lo que había delante de sus narices durante la Copa del Mundo disputada hace 30 años, mientras el resto, los menos, sufrían a la asesina dictadura militar.
por Horacio G.
Un camión volcador repleto de gente. Con la mayoría de sus ocupantes que gritaban Argentina. Por el triunfo de la selección de fútbol ante Holanda en la final de la Copa del Mundo que se jugó en nuestro país en el invierno de 1978. Ese es el primer recuerdo que atraviesa mi mente cuando rememoro aquellos días de mis primeros tres años. También están presentes las imágenes de un gorro de lana en la cabeza, la sombra del obelisco porteño, gente, muchísima gente con banderitas y algunos globos. Todo parecía felicidad. Para un niño de corta edad y para la mayoría de los habitantes de un país, que poco le importó lo que sucedía a su alrededor.
El plan sistemático para la eliminación de personas implementado por la dictadura militar no se detuvo durante la competencia: sesenta y tres personas desaparecieron durante los 25 días que duró el certamen, según la investigación del periodista Pablo Llonto. Y miles de militantes políticos, estudiantes y trabajadores seguían detenidos y siendo torturados.
A la distancia y luego de 30 años del Mundial se puede aseverar que, como tantas otras veces, a la mayoría de los argentinos sólo les importó aquello que tenían frente a sus narices. Por aquellos días lo que sucedía dentro de un campo de juego, el Matador Kempes, el Pato Fillol, Dirceu, el 6 a 0 a Perú y la Naranja Mecánica sin Johan Cruyff.
La distancia también clarifica muchas cosas. El mediocampista Julio Ricardo Villa se refirió al genocidio ocurrido durante la dictadura. “Después de tanto tiempo, tenemos la certeza de que algo así no puede repetirse nunca más. Nunca más”, manifestó el ex entrenador de Defensa y Justicia.
En un país con autocrítica nula, los principales protagonistas del Mundial 78 suelen referirse al hecho con evasivas. El entrenador de aquel equipo, César Luis Menotti, dijo en más de una oportunidad que no debía darle explicaciones a nadie. El Flaco fue quien calificó a Eduardo Duhalde como el nuevo Che Guevara y cenó con el asesino Jorge Rafael Videla.
{ Agencia Rodolfo Walsh }
Publicado em 22.10.2009