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vítima dos donos + respectivos assalariados e do “consumidor” que faz circular o “produto” informativo por culto ao status quo, à ignorância e ao ódio de classe (os três são um), atento é desconstruir esta malha ultrapassada a diário e dispor de consciência plena frente a insultuoso cenário. o caminho que leva ao “só estamos informando” é o mesmo do “só estamos reagindo”. autocrítica e reflexão coletiva do fazer (e do consumir) jornalístico são entranháveis como em qualquer função social, portanto, maior o descaramento de quem as abdica nesta pirâmide submissiva do “proprietário de mídia”, do operário-sem-padrão que “precisa pagar o gás no fim do mês” e do esgoto convicto que traga tudo isso, enquanto sub-hierarquizam a profissão. (Ricardo S.) 

Los periodistas, víctimas de sus patronos y de sí mismos

por Rubén Darío Buitrón

Se equivocan los periodistas cuando son atacados por ciudadanos que reclaman coberturas equilibradas y justas y responden diciendo que “solo están informando”.

Los oscuros ataques a un periodista de Teleamazonas y luego el intento de incendiar el edificio del canal son hechos condenables por la forma y el fondo: los atacantes no son indígenas y buscan crear el caos al realizar actos simultáneos al de Teleamazonas en el edificio de la Contraloría y en las instalaciones de diario El Comercio.

¿Por qué son oscuros estos hechos repudiables y condenables?

Porque a raíz de ellos se genera una reacción presidencial contrapuesta al llamado al diálogo por parte del Primer Mandatario sacando a las calles a los militares y amenazando a la población: el ejército puede detener y capturar a todo sospechoso (?) de terrorismo.

Pregunto: ¿por qué los medios no investigan los hechos y difunden el resultado de esas investigaciones?

Y aquí está el quid del tema.

Sin ningún ánimo de ser complaciente o tolerante con los agresores, a los cuales condenamos, no se puede negar que los grandes medios, la mayoría llenos de pauta publicitaria del Gobierno, están completamente alineados con este.

Ese alineamiento hace que la percepción de un alto porcentaje de ciudadanos (incluidos los indígenas y quienes los apoyan) sientan desconfianza de las coberturas del paro.

Sienten que las notas informativas no son balanceadas, los titulares de los grandes periódicos son sesgados y opinativos (todos contra el movimiento indígena) y los reportes desde la calle son superficiales, como si estuvieran narrando un partido de fútbol o una pelea de box, sin contar todo lo que sucede y sin dar relevancia a los hechos que conmueven a la Conaie, como por ejemplo las muertes de sus compañeros en la lucha callejera.

Entonces, la indignación no es contra los periodistas sino contra las políticas editoriales de los medios a los que ellos representan.

Pero los periodistas se vuelven cómplices del medio al aceptar que su trabajo en determinado medio implica cumplir con todas las reglas de juego de la empresa periodística, incluido el no pensar por sí mismos ni contar con total libertad de expresión.

Por tanto, más allá del hecho delictivo, ¿por qué los periodistas no plantean a sus jefes, directores y patronos una reflexión sobre lo que el medio está haciendo y sobre la percepción mayoritaria de los ciudadanos en relación con su poca credibilidad y su claro alineamiento oficialista?

De nuevo. Más allá del hecho delictivo, cada periodista de un medio grande tiene la obligación de ser autocrítico y estar claro de que todos sus actos como reportero o presentador o editor de noticias o director pasan por el escrutinio público y las audiencias juzgarán si son equitativos, justos, equilibrados, balanceados, plurales y democráticos.

Con autocrítica y con reflexión colectiva se entenderá que es hora de hacer un nuevo periodismo. O, más sencillo, simplemente hacer periodismo.

{ Periodismo Crítico – Rubén Darío Buitrón }

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