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Simón Bolívar y la deuda con Haití
por Pedro Arciniegas Rueda
“¡Pueblo de Haití! Juro ser fiel y leal al pueblo libre de Suramérica, independiente de España, y servirle honrada y lealmente contra todos sus enemigos y opositores”.
No resulta exagerado concluir que sin Haití no habría sido posible continuar la guerra de independencia de Venezuela, Colombia, Panamá, Ecuador, Perú y Bolivia.
Este pequeño país, ubicado en América Central, que ocupa la parte occidental de la isla La Española a donde llegara Colón en 1492 levantando el célebre Fuerte de La Navidad, fue crucial en una guerra que daría nacimiento a cinco repúblicas con sus “fastos grandiosos” y sus “lamentables caídas”, sus “bajezas”, sus “ingratitudes”, sus “extravíos”, sus “castigos”, sus “avatares” y sus “culpas”, como diría el poeta y político Guillermo Valencia Castillo.
Este país minúsculo fue ocupado en su historia por nada menos que cuatro potencias: España, Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos. Y llegó a ser parte del Imperio Francés, que la ocupó desde el siglo XVII, lo cual incidió no poco en su historia y en la de los demás países americanos.
Fuerte resistencia (aunque finalmente en vano) recibió el avance europeo por parte de una reina conocida como “la Flor Dorada”, quien terminó sus días ahorcada por conspiración. Considerada uno de los fundadores del país, estaba casada con un cacique sospechoso de organizar el ataque a la torre y fortaleza de La Navidad, construidas con los restos del naufragio de la carabela Santamaría y defendidas por un valiente marino castellano y diez hombres.
Aunque según Fray Bartolomé de Las Casas en su “Historia de las Indias” el primer encuentro de Colón con los nativos de La Española fue en un ambiente amistoso, aparentemente entre los mismos españoles comenzaron disputas serias por el oro y las mujeres. La población no se sometió a la autoridad española formalmente hasta 1660 y, acabado en 1687 un conflicto entre España y Francia con un tratado, la isla fue dividida en dos con colonos franceses ocupando la parte occidental, que hacia 1790 superaba en desarrollo a la oriental. En 1779 más de 500 voluntarios, con el oficial conde d’Estaing a la cabeza, lucharían con tropas coloniales americanas contra la Gran Bretaña en el sitio de Savannah, durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. Haití proclamaría su independencia en 1794, luego de haber expulsado a las tropas de Napoleón en amotinamiento. Fue el segundo país del continente americano en hacerlo y el primero de Hispanoamérica, durante un proceso que se inició como una rebelión contra la esclavitud en una población 90 por ciento negra y 10 por ciento criolla o mulata.
Pero aún no había empuje para construir un país. En 1806, el general Alexandre Petión, quien era un colaborador del presidente general Jean-Jacques Dessalines, se asoma por primera vez a la independencia de la Gran Colombia cuando ofrece a Francisco de Miranda la “Espada Libertadora de Haití”, y que simbolizaba la expulsión de los franceses. Éste arrancaba su expedición hacia Venezuela con el estandarte amarillo, azul y rojo, que fue confeccionado en Haití. Espada que después devolvió con “amargura” por no haber logrado su cometido libertador en Venezuela.
En 1816, diez años después, Simón Bolívar estaba en Jamaica y luego en Haití con un puñado de neogranadinos de la vieja guardia, como último refugio tras el brutal asedio a Cartagena de Indias, cuando la independencia era solo un sueño con la voluntad puesta a prueba. Antes de la Expedición de los Cayos, con la que intentó liberar Venezuela desde el mismo puerto del que había partido Miranda (Jacmel), Bolívar obtiene recursos ayudado por el mulato Petión, ahora Presidente, que fue leal a él a pesar de la amenaza de invasión española, francesa o del Imperio Británico. De la solidaridad que recibió de Haití en aquella época, Bolívar dejó consignado el siguiente testimonio: “Perdida Venezuela y la Nueva Granada, la isla de Haití me recibió con hospitalidad: el magnánimo Presidente Petión me prestó su protección y bajo sus auspicios formé una expedición de trescientos hombres comparables en valor, patriotismo y virtud a los compañeros de Leónidas ¡Gracias al pueblo de Haití mis compatriotas serán nuevamente libres!”.
En medio de una reconquista, la expedición fracasaría la primera vez, pero al regresar Bolívar a Haití obtuvo nuevos recursos de Petión, entre los que había más de 6.000 fusiles con sus bayonetas, municiones, plomo, víveres, una imprenta completa, el flete de algunas goletas y dinero, además de un puñado de voluntarios.
Y cuando Bolívar parte otra vez hacia Venezuela desembarcando en Barcelona e inaugurando las campañas de Apure y de Caracas, concentrando las fuerzas en la Guayana y Oriente, el Presidente Petión le dijo al despedirlo en el puerto: “Pido a Usted que cuando llegue a Venezuela su primera orden sea la Declaración de los Derechos del Hombre y la Libertad de los esclavos”. Además, le entregó la “Espada Libertadora de Haití”.
Según se dice, fue con esa misma espada que Bolívar combatió en la Guayana y en la célebre Angostura, donde la elevó en los recintos de los Congresos en emotivos discursos y con la que atravesó la temible cordillera blanca del Páramo de Pisba para liberar a Nueva Granada. La que venció en el Pantano de Vargas. La que destrozó en Boyacá al ejército español y entró victoriosa a Bogotá. La que peleó en Carabobo para lograr la independencia de Venezuela. La que triunfó en Bomboná para consolidar la liberación del Ecuador. La que haría historia en la célebre batalla de Junín, que junto con la de Ayacucho logró la independencia del Perú. Pero sobre todo, fue la misma espada temible que puso de rodillas a la Corona Española y que hizo correr despavoridos a los más aguerridos ejércitos, según cuenta el historiador venezolano Paúl Verna: “Es el símbolo de Haití que logró en 9 años la emancipación de: Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia y Panamá… Es la espada (…) que usó (…) en más de trescientos combates, la que intercambió en signo de paz con Pablo Morillo para lograr el armisticio que ayudó a la independencia del continente, la que saludó a San Martín en la célebre entrevista de Guayaquil, la que utilizó el Libertador para conducir su ejército implacable, la que izó en signo de gloria cuando era recibido por los pueblos jubilosos…”.
En definitiva, esa Haití hoy devastada por un desastre natural fue, a su manera, el corazón de la independencia de la Gran Colombia.
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(Acerca de esta publicación: El artículo titulado “Simón Bolívar y la deuda con Haití”, de Pedro Arciniegas Rueda, corresponde a un artículo publicado anteriormente bajo el título “¿Qué habría hecho Bolívar sin Haití?”)
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