É sempre um prazer quando chega um escrito tal o “Las trampas y el Mundial”.
Quem acompanha o Lado D sabe que textos como esse da Nora Fernández tiveram influência direta na criação e têm/terão na continuidade deste trabalho ligado aos esportes. A predisposição de associar assuntos que comumente oscilam entre a paixão dilacerada e a indiferença gélida, e procurar saber o que está entre este 8 e 80, traz a surpresa, mesmo que o assunto esteja a um palmo do nariz no cotidiano. Mesmo que não queira perceber. Mesmo que tenha receio de entender. Mesmo que saiba e não queira propagar.
Em 14 parágrafos, um caminho direto por entre as sinuosidades, que parte do próximo Mundial de Futebol, na África do Sul, passa por alguns anteriores e até por Jogos Olímpicos, e ajuda a entender que o jogo faz parte da vida.
Para não fugir das demais modalidades, e usar a que predomina no texto – o futebol -, os livros de História garantem que vários povos tinham algo semelhante a uma bola e isso era capaz de entreter, provavelmente, toda a turma da aldeia. Portanto, além dos cipós e ervas da mata, com tamanho ímpeto o homem branco, “civilizador”, transformou estes inebriantes em ópio do povo, como insistem os sábios, friamente, com sapiência tucana, no final do século XIX, início do XX.
Ainda que com todas as belas passagens que os mundiais oferecem, há espaço para o peso das máculas em ditaduras, business e enésimas intenções “Homem sobre o Homem”. Fernández enfatiza sim o lado autofágico de brincar e lucrar com os sentimentos do próximo, só que é possível trilhar pelo lado construtivo do esporte, tanto pela vontade de ver o time ganhar quanto pela pretensão de que, ao sediar um evento como a Copa do Mundo ou Olimpíada, o seu país seja mais conhecido, ganhe uma estrutura não “de Primeiro Mundo”, mas satisfatória, de base ante as carências que o sistema impôs à maior parte das nações. Nem só das governanças e grandes corporações haverá de seguir o raciocínio.
Será que o circo sempre foi circo, como lá nas tribos ancestrais? E se fosse circo e não tivesse alguém para levar a melhor às custas de pão para quem tem fome, numa espécie de circo coletivizado após uma fase de plantio ou colheita, ou de oferenda a um dos tantos deuses da Natureza? O problema não está no “espertinho” inventor do jogo de bola, que criou regras e findou se apossando do ritual?
Quem dera (e não devemos ficar no “quem dera”) que os que curtem, os que não curtem, e também os indiferentes, chegassem à reflexão dos parágrafos 11 e 12, por exemplo. A discussão sai das quatro linhas e chega à sala de estar, à cabeça ao travesseiro, e assegura que algo pode ser encontrada no grito de gol. A crônica esportiva deixaria de ser submissa e contribuiria para um debate de mesa redondíssima, e não barganhar camisas e afagos da boleirada, para isso o bolso dos donos das empresas midiáticas deveria não ter coração de pedra, só olhar zarolho na conta bancária. Os tapas e testosteronas das torcidas organizadas seriam convertidos em ação direta verdadeiramente útil para a sociedade. E os espectadores ficariam preocupados com itens bem mais úteis que trocar as televisões – agora devem ser de plasma! – a cada quatro anos, ou incomodar a vizinhança ao exporem as guturalidades da ignorância.
Todo mundo tem direito a crescer. Na bola e sem cartolagem. E se os cartolas surgirem, inevitavelmente, que a torcida – los hinchas – deixe de ser iludida como papagaios repetindo nomes de craques da vez, defendidos por quem tem várias intençõe$, ou batendo boca por pênalti e impedimento não marcados.
Fechando com o mesmo prazer citado, receber estes materiais valoriza o passe, é show de bola para que a vida não se partidarize, ou como na maioria dos países, se bipartidarize. Que fragmentem os pensamentos em alto nível, 11 contra 11.
Em tempo: o texto de Nora foi alterado no índice de notas remissivas, pois alguns links que formaram o seu conhecimento estão fora do ar, e para não aumentar a profundidade do buraco negro da web, foram retiradas as 8 remissões, sem prejuízo para a compreensão.
Será que querem ou queremos celebrar a “humanidade”? (Ricardo S.)
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Las trampas y el Mundial
por Nora Fernández
El Mundial de Fútbol de Sudáfrica está a la puerta y se ha presentado como una oportunidad – para negocios, economía, turismo, para mejorar la imagen del país, del continente africano. Pocos plantean que puede ser una trampa neoliberal. Sudáfrica, en representación del continente, aparece como un éxito envidiable y el camino a seguir. Además el Mundial se vende como más que una forma de dar una nueva imagen y ganar dinero (gracias a la inclusión de logos multinacionales, como Coca Cola, Adidas, Sony, Hyundai, Visa, Budweiser, Castrol Oil, McDonald’s, YingLi Solar, Mahindra Satyam, y de nacionales, como el banco FNB, la British Petroleum y Telkom) se vende también para adentro como privilegio. Sudáfrica, la elegida, el primer país africano honrado con el Mundial. Pero si ser anfitrión del Mundial es un privilegio, vale preguntarse ¿privilegio para quién o para quienes?
Acaso importe poco lo que uno piense, las cartas del Mundial ya están echadas, se tiraron hace varios años, porque el proceso de ser elegido anfitrión no es cosa de un día y en el caso de Sudáfrica tiene raíces en el 2004. Hoy, que los estadios están hechos y los gastos ya se han acumulado, parece queda sólo mirar al frente y sonreír, tratando por todos los medios de llenar los estadios, rezar incluso por que lleguen los esperados 400.000 visitantes extranjeros que den a este Mundial el respiro de dinero que requiere. Para quienes esperan que el Mundial sea un acontecimiento y un espacio de pingües ganancias el espectáculo tiene que continuar. Y si sucediera lo peor, habrá que tragarse la medicina, eso quedará para los sudafricanos todos, porque al final es el país entero el comprometido, el que le da la “bienvenida al mundo”. Poco parece importar que Sudáfrica esté afectada seriamente por la recesión, o que el mundo enfrente este tsunami económico histórico, el show tiene que continuar porque el mundo no puede vivir sin circo.
Quizás por la certeza de que si bien la mayoría de la gente común nunca conspira, los ricos si lo hacen, entiendo la conveniencia de presentar al Mundial como oportunidad y como privilegio, pues es un buen negocio para unos cuantos ricos y corporaciones. Por esto quizás los costos que implican este tipo de espectáculo, que se puede transformar en pesadilla del país organizador, no son generalmente tema de mayor discusión. Estos circos de costo creciente pueden ser una encerrona cruel para el país anfitrión y pocos pueden darse el lujo de embarcarse en aventuras que frecuentemente requieren endeudamiento por miles de millones de dólares. En el caso de Sudáfrica, se estiman costos de entre 3.000 y 4.000 millones de dólares. El presidente Zuma ha reconocido que la recesión afecta al país que ha perdido mas de un millón de puestos de trabajo, la mitad de la población (unos 25 millones) vive por debajo de la línea de pobreza. Sudáfrica tiene prioridades básicas como asegurar alimentación, trabajo, vivienda, educación y salud a su población. Además el mentado “éxito económico” del Mundial es relativo, incluso en los mejores tiempos económicos las ganancias del Mundial son asunto dudoso. En Europa la aventura del Mundial parece menos riesgosa, como en el caso de Alemania 2006, pero esto se debe en parte a que la mitad de los equipos participantes están allí mismo y el continente, relativamente pequeño, es turístico y la gente se mueve dentro de él con relativa facilidad y bajo costo, además de que la población cuenta con más recursos de dinero. Para Sudáfrica el desafío de la distancia, de una porción importante de la población empobrecida, de estar inserta en un continente que enfrenta desafíos serios, además de que estamos en tiempos de tsunami económico mundial, lo que hace del Mundial una aventura en extremo incierta que puede resultarle muy costosa. Para la población sudafricana es dificil costear incluso las entradas más baratas, que se calculaban en unos 55 euros y que se han rebajado a 13 euros para favorecer la participación – la FIFA no quiere mostrarle al mundo los estadios vacíos. Por primera vez en la historia del Mundial el país anfitrión no ocupa la primera posición en la tabla de venta de entradas, apenas ha vendido 120.000 (de las 3 millones de entradas disponibles).
En su artículo, “Selling South Africa: Poverty, Politics and the 2010 FIFA World Cup”, Chris Webb explica que este Mundial es un intento no sólo de cambiar la imagen del continente a través de Sudáfrica, para que de continente golpeado por la pobreza e inestable se transforme en próspero, estable y dándole la bienvenida a los negocios, sino que se trata de manipular la discusión que en Africa se plantéa con respecto al rumbo a seguir. Sudáfrica ha sido elegida estratégicamente para vender al continente más neoliberalismo. El eslogan del Mundial, “Celebremos la Humanidad de Africa”, bien podría ser un insulto si nos recuerda los 400 años de tráfico de personas esclavizadas que le fueron robadas en asalto al continente. Ciertamente es una muestra de lenguaje neoliberal bífido, que parece argumentar por un lado en favor del “calor, la amistad, la humilidad y la humanidad” de los africanos, al tiempo que favorece mayor apertura del continente a los negocios y la profundización del empobrecimiento, marginalización y deshumanización de los africanos. El Mundial se transforma entonces en un eslabón de esa cadena al cuello del futuro de los africanos todos, ahondando el endeudamiento de Sudáfrica en medio de la recesión, incrementando su vulnerabilidad al agio de las finanzas, como la paja que puede quebrar al camello o la gota que derrama el vaso, además del engaño para más esclavitud al continente entero. Grecia bien puede servir para mostrar cómo las Olimpiadas 2004, bajo el slogan de “Bienvenidos a casa”, las Olimpiadas que venían a demostrar que Grecia es una nación moderna, dinámica, eficiente y lista para jugar un mayor papel en el mundo, contribuyeron al desmadre de hoy siendo quizás la paja que quiebra la espalda griega.
Se estimaba que las Olimpiadas de Atenas costaría unos 3.500 millones de euros pero terminaron costando mucho mas, 11.300 millones (“New Post-Olympic Athens” de Tarsiopoulus y Tziralis); que no es extraordinario, porque normalmente este tipo de espectáculos cuestan siempre mucho más de lo presupuestado. Pero en Grecia la Olimpiada triplicó su presupuesto: “Las Olimpiadas de Atenas, que costaron la cifra record de 9.400 millones de libras (muy por encima de su presupuesto original, debido al incremento en gastos de seguridad luego del ataque terrorista de septiembre 11) han dejado a Grecia penando bajo una pesada deuda”.
Parece poco probable que la deuda pública griega, que se estima en unos 400.000 millones de euros (125% de su PIB), tenga raíces en la aventura olímpica que costó 11.300 millones de euros, un poco menos del 3% de la deuda total. Pero no debemos desestimar la dinámica del endeudamiento, ni el rapido crecimiento de una deuda acumulada, ni cómo el endeudamiento favorece el agio incrementando no sólo los intereses de pago de la deuda sino haciendo al país vulnerable a requerir el pago de mayores intereses a los compradores de bonos de deuda del Estado. La dinámica del endeudamiento es una dinámica criminal, agiotista y predatoria, con el potencial de esclavizar a cualquier Estado a la Banca Internacional en un tiempo mucho más corto de lo que prevemos. Como se lo discute poco, es poco entendido y menos cuestionado, a la ignorancia contribuye mucho que vivamos en un mundo donde no por casualidad los dueños del discurso y la prensa son también los dueños del dinero. Los gastos de la Olimpiada se incrementan, además, por los gastos de mantenimiento de las construcciones olímpicas, que en el caso de Grecia se calculó entre 25 y 125 millones de euros anuales. El Parlamento griego ha venido investigando costos y corrupción, entre ellos investiga curiosamente a la compañia con base en Alemania Siemens, que empleó millones de euros en asegurarse la obtención de los contratos de seguridad en la Olimpíada comprando a políticos griegos corruptos.
Hoy se acusa a Grecia de falta de “responsabilidad” por endeudarse y recibe el tratamiento hostil que recibe cualquier país deudor: el Fondo Monetario Internacional le impone las mismas recetas draconianas y castigadoras de la población que ha impuesto al Tercer Mundo. Poco importan los verdaderos responsables del endeudamiento, la élite económica y política del país, los que pagan la boda son los griegos todos. Nadie pregunta por la Señora A – que empujó como Presidenta del Comité Olímpico a que Grecia fuera anfitriona de los Juegos Olimpicos de 2004. La señora, abogada, empresaria y esposa de un magnate naviero, puede que no haya previsto el costo del circo que con tanto ahinco impulsó, o al menos se benefició de estar en el centro del espectáculo. En vez de modernizar a Grecia el fuerte endeudamiento la ha encadenado. Los mismos que hoy vociferan contra Grecia favorecieron el endeudamiento y la locura olímpica, y sus mismos países no están tan lejos de alcanzar la situación que enfrenta Grecia. Sin duda hubo sobreprecio, corrupcion y hasta robo, fue el costo de una farra, pero en ella no participaron solamente griegos.
En Sudáfrica, el Ministerio de Finanzas estima en 4.600 millones de dólares estadounidenses el costo del Mundial, el costo final lo sabremos luego del espectáculo. Brasil, que organiza el próximo Mundial (2014) estima costos de alrededor de 9.400 millones de dólares estadounidenses, sabemos que se gastará mucho más, se piensa que seguramente será el doble y el Estado brasileño será responsable directo del 90% de los costos de construcción y renovación de los estadios y en ultima instancia de todo el endeudamiento generado será responsable la ciudadanía de ese país, como siempre.
¿Es acaso imposible decir NO a estos circos costosísimos que son el Mundial o los Juegos Olímpicos? La capacidad de decir NO es prueba, sin embargo, de racionalidad y algunos Estados parecen mostrar que son menos sujetos de manipulación que otros. Así lo ha demostrado China, que en febrero del 2009, al cierre del plazo para la solicitud de candidatura para los mundiales del 2018 y 2022, sorprendió al mundo retirando su candidatura. Nadie se imaginaba que luego de organizar exitosamente una Olimpiada, el gigante asiático diría NO al Mundial, en especial porque China cuenta con el mayor número de aficionados al fútbol del mundo. Cui Dalin, subdirector de la Administración General de Deportes de China, explicó sin embargo que la candidatura y celebración del Mundial no es menos dificil (ni costosa) que una Olimpiada. Hay gastos de seguridad, alojamiento y transporte para centenares de miles de aficionados que considerar, explicó, y la meta de China es otra. Xiong Xiaozheng, sociólogo deportivo y profesor de la Universidad Deportiva de Pekín ha dicho que al evaluar elementos en conjunto es más conveniente para China participar en el Mundial que ser su sede.
Ni Sudáfrica ni Brasil parecen haber evaluado demasiado y si atendemos al discurso dominante notamos que ambos, al igual que Grecia, se suscribieron con la percepción de que es más económico modernizar infraestructura implementando estos eventos. Además dominó también la preocupación por mostrar al mundo una imagen internacional favorable, una imagen de “capacidad” para más, de país moderno. Poco se examina lo costoso de estas aventuras ni la falta de control sobre los gastos que se generan, o las posibilidades de corrupción y el endeudamiento resultante, o el efecto que este endeudamiento tiene en cuanto a la perdida de soberanía sobre futuras decisiones a tomar. Se habla demasiado simplemente, se analiza muy poco, se aceptan premisas falsas, las opiniones criticas no llegan generalmente al debate público, se focaliza mucho en una vaga preocupación por intangibles (como esa imagen “moderna”), y al tiempo se invisibilizan las necesidades concretas de la población (alimentos, viviendas, trabajo, salud, educación).
Somos testigos de una puja creciente y acrítica en favor del endeudamiento no sólo a nivel de Estados y gobiernos, sino en lo personal. También nosotros en nuestra vida cotidiana tenemos muy limitada capacidad de decir NO y nos comprometemos crecientemente asumiendo deudas que nos hacen también vulnerables a depredadores de todo color y laya. Estos compromisos que se nos presentan como inevitables en lo personal son, sin embargo, elecciones que incluyen situaciones que van desde festejar quinceañeras disfrazadas de novias, bodas que cuestan miles de dólares, vehículos financiera y ecologicamente insostenibles, viviendas con hipotecas de 30 a 40 años, gastos burgueses que ni remotamente soñaron nuestros abuelos, viajes y vacaciones en ultramar, que si vivimos en América debemos vacacionar en Europa y que si en Europa no podemos vivir sin conocer Nueva York. Nos hemos o nos han convencido de que no podemos, ni debemos, negarnos nada, que “nos merecemos todo lo mejor.” Sufrimos un hedonismo y un narcisismo alarmantes que afectan nuestro sentido común y toda capacidad crítica. Hemos aceptado intimamente la ideología del consumo sin fin y cueste lo que cueste. Y como no podemos decir NO en lo personal, pues, se nos hace muy dificil cuestionar el creciente endeudamiento de municipalidades, provincias, Estados y el endeudamiento del mundo todo.
Nada decimos contra esa “sabiduría neoliberal” reinante que pregona la sinrazón de que sólo con más endeudamiento hemos de salir de esta crisis de deudas, y nos cuesta mucho cuestionar este engaño porque personalmente endeudados queremos con ganas creer en tal sinrazón pregonado con respecto al endeudamiento institucional. Si decimos NO a las locuras del mundo capitalista afuera, pues tendremos que decir NO a las locuras del capitalismo en nuestras vidas privadas. Podríamos catalogar lo nuestro de enfermedad y llamarla adicción, porque parece que necesitamos más y más. Pero en realidad lo que hacemos es responder a un sistema que nos ha convencido que podemos tener mucho al tiempo que nos paga cada vez menos, por lo que para tener lo que promete endeudamos el futuro. El motor neoliberal continúa vigente: hay que tratar de consumir y se paga mañana. Es como una borrachera generalizada de la que adivinamos hemos de despertar, el espiritu que nos impulsa aunque disfrazado de “liberador” es esclavizante. Y puede sea la mejor pensada esclavitud, pues siendo crecientemente esclavos nos engañamos con que nuestro endeudamiento ha sido nuestra elección y hasta “optamos” por ella. Asi nos llevan como ovejas al redil de los financistas para que éstos nos despellejen individual y colectivamente. Si fallamos en movilizarnos es porque nos hemos convencido erróneamente de que como debemos todos quizás no paga nadie, pero todo se paga en el mundo del capital.
Aunque más necesario que nunca, despertar las conciencias críticas parece lejano, la concreción de un intangible, y los profetas de la concienciación aparecen tan abandonados como Juan el Bautista clamando en el desierto. Y los esfuerzos, al menos por ahora, parecerían tan inútiles como tratar de mantener presa el agua entre las manos. Y así, testimoniando el endeudamiento personal e institucional del mundo, de ciudadanos y ciudadanas, municipalidades, provincias, Estados, de la Unión Europea y de Japón y Rusia y la América del Norte, y del Tercer Mundo, y en medio de una crisis que parece sin fin – y quizás no lo tenga – hemos de ser testigos de esfuerzos inauditos por no pensar y priorizar el circo comercial. Y seguramente nos llegarán testimonios innumerables de gentes que haciendo esfuerzos inauditos y aceptando deudas de proporción, compran su boleto de avión para el Mundial 2010.
¿Y acaso todo esto es porque el Mundial de Fútbol despierta lo mejor de nuestra humanidad? A no hacerse ilusiones, que ya en 1936 el Mundial fue usado por Musolini y en 1978 festejaron las multitudes dormidas en las calles de Buenos Aires en plena brutalidad dictatorial en 1978. Es nuestro miedo a la transformación lo que nos ata al circo. Eso lo supo bien la dictadura militar que vio en organizar el Mundial una forma de acallar voces críticas en medio del vocerío. La FIFA fue cómplice en la creación de ese silencio a gritos. El mismo presidente de la FIFA, Joao Havelange, que en paz descanse, tuvo que reconocer durante una investigación de corrupción que había “regalado” 90.000 dólares estadounidenses al vicealmirante Carlos Lacoste, un dictador, entre 1977 y 79, para que este se “comprara” un apartamento en Punta del Este. Se trata del mismo Lacoste que fue acusado por Juan Alemán, oficial del Ministerio de Economía de Argentina, como responsable de la explosión de una bomba en su casa – bomba que explotó al tiempo que Argentina hiciera el cuarto gol a Perú, en el partido que sospechosamente le daría a Argentina suficientes goles de ventaja como para eliminar a Brasil. Así se encaminaba la Junta a su meta de que Argentina ganara ese Mundial. El criminal y fascista dictador Videla fue él mismo a los camerinos de los jugadores peruanos antes del partido. No fue sólo, lo acompañaba una comitiva que incluía a Henry Kissinger quien (aprobó la represión de la dictadura argentina en 1976) era entonces presidente de la Liga de Soccer de Norteamérica (anteriormente fue Premio Nobel de la Paz 1973) y fuera Secretario de Estado de Nixon y Ford.
{ Rebelión }
Publicado em 12.05.2010