| “Elswick”/John Lavery |
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La indiferencia como receta infalible del capital
por Ivana D.C.
El engranaje capitalista, per se, necesita de forma acuciante, y más si cabe, en su actual estado de decrepitud, de ingredientes propios de su propia ralea, ingredientes que, contradictoriamente, no se generen en sus más tradicionales “mercados”.
Existe poco, o nada de humano en la maquinaria capitalista. Por lo tanto, el capital precisa “cruzar el charco”, saltar a otros escenarios, adentrándose, sin llamar a la puerta, en la lógica del pensamiento humano, en su actual dialéctica.
Éste ya no se conforma, con explotar, cada vez con más violencia y “sofisticados” métodos de alienación de masas, a la clase trabajadora. Los habituales contextos de sometimiento, traspasan las cadenas de producción, y se dotan de nuevos elementos, que engrasan la vieja máquina.
Ese miedo perverso, a perder el rumbo, a que los vientos no soplen a favor de sus inagotables ansias de someter a la clase trabajadora mundial a sus dictámenes de asfixia, conlleva, a que hace ya, no poco tiempo, observamos como se gesta esta especie de laboratorio de alquimia capitalista; el cual nutre, a todos aquellos organismos, que secundan sin pestañear, sus execrables metas (OTAN, FMI, UE), y también a sus tentáculos o fases, que abraza, cada vez, con más fiereza, siendo estos primos hermanos, el imperialismo y el fascismo.
El capitalismo, en sí, no es un pollo sin cabeza, mal que nos pese, no es un ente carente de conocimiento. Aunque el contenido y desarrollo de éste resulte perverso en todas sus formas, no carece de él. Se encarniza, haciendo perder fuelle a las contradicciones que se suceden en la contienda de la lucha de clases. Es por eso, que parece ser que precisa de una receta que contribuya a dicho objetivo, el cual persigue atendiendo a un infame procedimiento:
Inoculando la indiferencia en nuestra clase.
Para este “guiso”, se dotan de ingredientes múltiples, que de forma cada vez menos sibilina, salen a la luz, en las distintas esferas de nuestra, cada vez más gris, cotidianidad.
Este ensañamiento, cada vez más feroz, sobre nuestras conciencias, se plantea como una pugna difícil, pero no imposible de lidiar por parte de nuestra clase.
Nuestros enemigos de clase, nos empujan a una especie de lodazal, cada vez más humeante y espeso. Las políticas lacayas del imperio se suman a la receta infalible, se alistan en la era de la indiferencia, asumen la receta, la cuelan a través de los mass media (o medios de desinformación y manipulación de masas), en los currículums escolares, en las políticas de reforma de siempre, que, a su vez, con el mismo guiso, salpican sus discursos, relato, sus pactos y genuflexiones al capital en forma de convenios laborales de gran usura, privatizaciones…, mientras que por una mano se trajina el desastre con la ora reparten el rancho de la indiferencia.
Esta “magistral salsa polivalente” mantiene en óptimas condiciones, algunas otras dinámicas aporafóbicas o de rechazo, no siempre explícito, a aquellos que fracasan en la rueda del sistema y quedan en la cuneta; en definitiva, la indiferencia ante el que fracasa por un lado, y el falso confort de quien sigue pedaleando y haciendo girar “la rueda”.
Si es que va a resultar, que esta receta es la ostia, incluso ya hemos podido ser espectadores de algunos de sus efectos “alucinógenos”, se cuentan por miles los que se acostumbraron a su nauseabundo sabor, al sabor del olvido y de la asimilación del capitalismo como único camino. Por lo visto “el guiso” dichoso te hace creer que cada cuatro años, los hombres y mujeres mayores de edad de este país, somos los protagonistas de la gran fiesta de la “democracia”. Uau!, y que además en ese intervalo, poco o nada podemos hacer, más bien, sólo aquellas pequeñas gestas que no afecten al status quo, es decir, que no adulteren ni un ápice al “guiso”, no vaya a ser que dejemos de pedalear a todo gas, despertemos y nos reconozcamos como un todo. Dichas gestas o acciones son bienvenidas en las asociaciones de los amigos del “guiso”, son muchas y muy variopintas, y esquivan muy bien las leyes mordaza; eso sí para desarrollarlas, debes digerir bien la receta. Son múltiples y muy variopintas, podrían ir desde, abrazar a árboles para calmar la devastada salud mental, pintarse las manos de blanco para invocar a la paz mundial, hacer la danza de la lluvia para contribuir a revertir el cambio climático, pedir ayuda en un punto violeta, comer poco pero “ecológico” o hablar en lenguaje inclusivo. Quién da más?
Esa “indiferencia”, se percibe y manifiesta en el modo en como se anestesia a la necesaria toma de partido por parte la clase trabajadora ante las lacras del capital.
La salsa magistral bloquea y castra la sacudida, que en condiciones de no amnesia social, deberían provocar en las conciencias, tantísimas lacras que se derivan de la bestia (drogadicción, prostitución, hambrunas, guerras imperialistas, desempleo, privatización sistemática de los servicio públicos, expolio y destrucción de ecosistemas y un sinfín).
Los gestores del capital, se convierten en buenos guardadores de la receta, la cual me aventuro a imaginar, que incluso haya podido llegar a ser premiada en sus despachos con algún galardón secreto.
Esta receta, en clave capitalista, digo yo que viene a ser como la dama de Elche o la la Alhambra, en claves de joyas del patrimonio; algo tan preciado que precisa de programas de control de calidad de alta precisión y permanentes para evitar que se eche a perder el guiso. Uff! Debe ser agotadora esa lucha constante para evitar que se corte la salsa, debido a ciertos factores que en mayor o menor medida no se pueden permitir, como cualquier conato de toma de conciencia, que pudiera desencadenar en movimientos de masas, y en definitiva en cambios históricos y que harían saltar el guiso por los aires. Hay que seguir batiendo!
Por lo tanto, para que el plato resulte atractivo, sencillamente digerible, y en el peor de los casos adictivo, de vez en cuando requiere tirar de creatividad culinaria, para impedir con aderezos y especias varias, que el guiso comience a oler peor de lo habitual. Estas especias no se encuentran en los mercados oficiales, tienen un alto poder anestesiante y sus dosis se incrementan al borde de la sobredosis, si las “fieras” hacen por despertar del letargo. Y es en esta coyuntura, cuando el circo se especializa más en entretenimientos varios, no es más que humo para el pueblo, que lo ahuyenta, una y otra vez, de su papel clave en el motor de la historia, el cual no es otro, que el de liberarse del yugo capitalista y tomar el poder, abrazando al socialismo como único proyecto catalizador de la victoria.
Ante esta realidad, desde las filas del PCPE huímos del pesimismo, ya que contamos con nuestra propia receta, y esta lleva gravada en su ADN la victoria.
Ante la indiferencia: Toma de conciencia, organización y lucha!
Por la liberación de los pueblos! Venceremos!
Ivana D.C.
{ Unidad y Lucha }
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