| “Order in Chaos”/Antonio Bagia |
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¿Caos o lógica de las contradicciones?
por Carlos Páez
Si nos detenemos un momento a estudiar las diversas corrientes sub-ideológicas que pululan en la multifacética y permanente campaña propagandística del imperialismo a escala mundial, vemos que una buena parte de ellas gira alrededor de la idea de que la humanidad está sufriendo por el caos incontrolable que acompaña a la decadencia relativa de Occidente y al ascenso de otras cosmovisiones que buscan suplantar la “única civilización” que garantiza el progreso social. El objetivo fundamental de esta creencia, inducida de múltiples maneras, es la propagación de ansiedades, temores y miedos que paralizan o anulan la conciencia crítica y a la vez generan la dependencia psicopolítica hacia una autoridad fuerte que proteja y salve a Occidente.
Dentro de la ideología, en su unidad elemental, hay sub-ideologías que cubren los vacíos que surgen en la lucha de clases: vacíos coyunturales como los pocos años de esplendor de las modas post, o vacíos contextuales como los muchos años de duración de la derecha democristiana. Pero ahora debemos hablar de los muchísimos años de existencia del irracionalismo, que es la base de la sub-ideología actual del mundo caótico que sólo puede encontrar una salida mediante la instauración definitiva e incuestionable del modelo imperialista de “un orden basado en reglas”, naturalmente las imperialistas.
La tesis de que la civilización occidental está en un caos que puede llevarle a la desaparición, nos recuerda a La decadencia de Occidente de Spengler escrito entre 1919 y 1922, justo cuando la URSS venció a los catorce ejércitos imperialistas que le atacaron desde inicios de 1918, dentro de la oleada revolucionaria iniciada en Europa en 1916. Después tesis similares más o menos catastrofistas han surgido en momentos en los que el poder imperialista ha sufrido crisis de diversa gravedad. En la Europa capitalista el amenazante “oso ruso” envalentonado por su victoria en la IIGM aparecía en todos los sitios aireado por los expertos en manipulación de masas, “ciencia” que había empezado a desarrollarse poco antes.
En los EEUU se propagó la amenaza extraterrestre unida al “peligro comunista”, por ejemplo. Podemos citar casos menos extendidos pero reales en su tiempo como el del “peligro amarillo” en la Norteamérica de los ‘70 ante el auge japonés y antes de la segunda fase de la Guerra Fría, o aquella paranoia creada por el Pentágono y Hollywood de ejércitos de coreanos, cubanos y nicaragüenses que invadía EEUU, etc. Lo malo es que conforme se intensificaba la lucha de clases y de liberación antiimperialista, se mundializaban rápidamente estas y otras muchas estratagemas manipuladoras, de modo que cada vez hacia falta menos tiempo para que una sub-ideología creada por la industria político-mediática occidental se expandiera por amplias franjas sociales oprimidas pero con débil o nula conciencia, sobre todo en los países sometidos a dictaduras o regímenes autoritarios impuestos por la CIA y sus clases dominantes.
El período iniciado con la implosión de la URSS debilitó por un tiempo la necesidad de estas y otras manipulaciones basadas en formas de irracionalismo. Se nos decía que habíamos entrado – que nos habían metido a golpes – en el “siglo americano” o peor en la eterna “pax yanki”. La destrucción de Yugoslavia y otros muchos crímenes eran ejemplos de esa “pax” y alimentaban una euforia triunfalista que no necesitaba reactivar la industria de la mentira. Pero la dialéctica de las contradicciones y su lógica interna volvió a derrotar a la hueca ideología burguesa al explicar por qué confluían en una sola crisis estructural varias sub-crisis y crisis parciales que evolucionaban con autonomía relativa siempre bajo la ley del desarrollo desigual y combinado inherente a todo proceso.
Luego veremos que, ante el fracaso de la tesis del caos para explicar qué ocurre, una de las alternativas burguesas y reformistas es la de la llamada “policrisis”, pero ahora debemos estudiar por qué y para qué surgió la sub-ideología del caos mundial reforzando lo que más tarde sería la exigencia yanqui de “un mundo basado en reglas”, en sus reglas. En efecto, para finales del siglo XX el imperialismo estaba inquieto porque no se habían cumplido las expectativas de la total destrucción y saqueo absoluto de Rusia como entidad independiente del poder yanqui y euroalemán. No podemos extendernos al respecto pero es sabido que para ese final de siglo se habían iniciado las conversaciones entre Rusia y China. Aunque Rusia aún creía en 2001/2003 que podía ser aceptada en igualdad de condiciones por el imperialismo y la OTAN, esta ilusión se desvaneció en 2007 y 2011, rompiéndose definitivamente desde 2014 con el golpe de Estado nazi en Ucrania. Luego vendría el incumplimiento descarado de los Acuerdos de Minsk de 2015 y en avance imparable de la OTAN hacia las fronteras rusas en medio del asesinato masivo de miles rusos en Ucrania, hasta comienzos de 2022.
Pero esta era una parte de un proceso de deterioro imperialista mucho más profundo y grave a escala mundial, cuyo exponente decisivo fue el inicio de la tercera Gran Depresión desde 2007/2008, Depresión que se mantiene y ahonda en medio de vaivenes, repuntes y recaídas más duras que las precedentes. Y llegamos así a la cuestión decisiva que será la clase de la sub-ideología del caos: la crisis de 2007/2008 aunaba e integraba todas y cada una de las sub-crisis del capital, desde la caída de los beneficios hasta el agotamiento de recursos, pasando por el calentamiento global y el peligro de Holocausto, para terminar en la agudización de la lucha de clases. Jamás se había dado una sinergia tal en la historia capitalista por lo que el desconcierto se extendía en la burguesía aunque tenía el vano consuelo de que el socialismo estaba definitivamente derrotado y no existía alternativa revolucionaria suficientemente arraigada en las masas, por lo que el futuro estaba en manos de la burguesía.
Pero era una creencia, una ilusión sin base objetiva porque continuaba la lucha de clases y porque desde 2013/2014 tomaba forma cada vez más rápidamente un distanciamiento entre el bloque imperialista y los países que, con diferencias y ritmos propios, planteaban otros futuros que irán concretándose en diversas alianzas internacionales entre las que destacan los BRICs, la Ruta de la Seda, las alianzas varias en Asia, Nuestramérica y África. La novedosa gravedad extrema de la tercera Depresión se agravaba así porque a la lucha de clases se le sumaba la resistencia armada de pueblos al imperialismo sobre todo desde 2015 por ejemplo en Siria además de otros muchos, y la formación de alianzas internacionales que aceleraban el debilitamiento imperialista. La pandemia de 2020 fue un golpe inesperado que demostró la naturaleza inhumana de las grandes potencias occidentales tanto con respecto a sus clases explotadas como con respecto a la humanidad en su conjunto, lo que acrecentó su desprestigio. Por no extendernos, las derrotas de los ejércitos imperialistas en varios países y sobre todo de la OTAN frente a Rusia en Ucrania refuerzan las esperanzas de los pueblos, pero también la conciencia de que el monstruo morirá matando.
Pues bien, la tesis del caos explica la impotencia de un amplio sector de la intelectualidad burguesa para comprender lo que sucede, por qué sucede y qué alternativas puede tener. No pasa un día sin que en la prensa del capital aparezcan muestras de este desconcierto, sobre todo en el imperialismo occidental, lo que da pie a sus ideólogos para defender soluciones extremadamente brutales. En realidad, saben que no tienen otra salida que una escalada de violencia contrarrevolucionaria y de guerras menores, locales y regionales a la espera de una conflagración definitiva, que van preparando desde que las derrotas que sufren les exigen gastos inmensos en el rearme militarista en vistas a poder ganarla.
Insistir en el caos mundial que sólo beneficia a los “enemigos de Occidente” permite a la burguesía unir a las masas alienadas, fanatizadas y reaccionarias alrededor de la “defensa de la Civilización”. Partiendo de esta base, recientemente, desde 2022 en forma definitiva, ideólogos militares yanquis con el apoyo de otros civiles, explican que ante este caos sólo es válido llegar como sea, a cualquier precio, a la instauración del “mundo basado en reglas”, dejando de lado para siempre las negociaciones y acuerdos internacionales basados en debates, consensos y votaciones, con resultados de obligado cumplimiento y cuya permanencia debe estar bajo observación de instituciones y organismos con un mínimo de neutralidad y equidistancia. Instituciones capaces de “castigar” de algún modo a los Estados que los incumplan. Un nexo interno une el fascismo y el “mundo basado en reglas”.
Una de las formas extremas del “mundo basado en reglas” es la reciente barbaridad yanqui de acabar con los pueblos y Estados “irresponsables”, es decir, aquellos que siendo poseedores de vitales riquezas y recursos, no saben cuidarlos según los criterios imperialistas del máximo beneficio para las grandes transnacionales en el mínimo tiempo posible y sin tener en cuentas los desastrosos efectos que ello acarrea. Los nuevos mapas mundiales elaborados por EEUU para educar a su infancia y a su ejército ya designan como “irresponsables” a los pueblos y Estados de los grandes acuíferos y reservorios de biodiversidad y recursos vitales en Nuestramérica y en Siberia, y avanza en las mentiras para añadir zonas del planeta.
Las fuerzas revolucionarias tenemos que combatir tanta irracionalidad con la praxis de los hechos y de la conciencia, explicando que la razón última de la actual crisis y de todas las anteriores surge del hecho incuestionable de que el antagonismo entre el desarrollo de las potencialidades ínsitas en las fuerzas productivas y frenos impuestos por la propiedad privada burguesa, termina siempre provocando crisis cada vez más devastadoras de sobreproducción sólo resolubles con la destrucción de fuerzas productivas sobrantes. Y como la primera y decisiva fuerza productiva en la especie humana, esas crisis provocan guerras sociales y/o bélicas cada vez más letales y aniquiladoras.
Esta contradicción, teorizada como inevitable y objetiva ya en 1859 y reafirmada desde entonces, fue la que abrió la fase de revolución social que con altibajos agita el mundo y quita el sueño al capital. Podemos seguir desde Tupac Amaru y Haití, hasta los luditas ingleses a comienzos del siglo XIX; desde la revolución de 1830 hasta la Comuna de 1871; desde las guerras de independencia latinoamericana hasta la guerra de Sudán de finales de siglo XIX pasando por la rebelión en la India de 1857; desde la revolución de 1905 hasta la bolchevique de 1917; desde la revolución china de 1949 hasta el presente pasando por la oleada prerrevolucionaria de 1968 hasta el presente… Durante este tiempo las derrotas y las victorias se han sucedido y superpuesto, pero nunca ha desaparecido la lucha entre el capitalismo y la humanidad explotada: en esta permanencia consiste la fase de revolución social en las que nos encontramos y en la que nos encontraremos hasta el desarrollo del comunismo.
Dicho a grandes rasgos, la fase histórica de revolución social viene impulsada por la ley general de la acumulación del capital y por la ley de caída tendencial de la tasa media de ganancia, así como por el resto de leyes tendenciales y de contradicciones del capitalismo. Frente a la irracionalidad burguesa, que se muestra en la sub-ideología del caos y en el fanatismo de imponer a cualquier precio “un mundo basado en reglas” con su esencia fascista latente en su interior, frente y contra esto la izquierda ha de explicar con el ejemplo, que es la mejor pedagogía existente, que hay que acabar con el capital para salvar a la humanidad.
{ ELN-Voces }
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