Todo lo que debe ocultarse


| “Liar society #19″/Pavel Kuragin |

Refugio de la mentira

por Eduardo Sanguinetti

Integridad, coherencia, independencia, compromiso, arte, poesía o belleza pueden definir muy claramente el comportamiento de un ser ético, que jamás banaliza los actos de vida de una comunidad y su destino, de ser sentido. Su propósito es diferente: su fin es expresar la verdad. ¿Pero qué le importa a un medio de prensa monopólico la verdad?

La enorme concentración de las principales fuentes de información conduce necesariamente a una equivalente homologación de los periódicos que se elaboran con ellas.

Y si bien las grandes agencias tienen como función utilizar un estilo de redacción aséptico, sin valoraciones explícitas ni adjetivaciones, es evidente que la propia selección de lo que se considera beneficioso al sistema controlado por las transnacionales y sus intereses financieros conlleva a ciertas omisiones.

¿Cómo van a ser publicitados los editoriales de denuncia a los imbéciles que gobiernan y los “perejiles” asalariados que trabajan para ascender en la escala del “Nirvana siliconado de las redes sociales”, una “atmósfera cargada de nada”, que dejan magníficamente explicitado “todo lo que debe ocultarse”?

El discurso de la verdad debe ser velado a los ojos de los ciudadanos por las corporaciones económico mediáticas, de opinión excluyente y monolítica, al servicio del pensamiento único, en el que la libertad de expresión brilla por su ausencia en el planeta virtual del simulacro, es asustadiza, huidiza y sobre todo, un “refugio de la mentira elevada a símbolo”.

Día a día escucho las mentiras de gobernantes, que cual conductores de programa de TV, lanzan proclamas cargadas del peor humor “noir”, que tiene como blanco al ciudadano común, que los ha votado. Y la estafa sigue de todos modos, han ganada la guerra y, los poseedores del conocimiento, vencidos, pero con la dignidad intacta, desactivados en su capacidad de argumentar públicamente, cual instancia lúdica, con estos bestiales funcionarios, ignorantes y con neurona en función de repetir lo que le dictan asesores, contratados en usinas de empresas de publicidad de “objetos perecederos”, nos remiten al silencio y a reiteradas amenazas, algunas cristalizadas en atentados a nuestra vida.

Dicen que dicen que el ideólogo y financista del aparato “detector” de noticias falsas en Facebook es Soros, conocido de Hillary Clinton e impulsor de la legalización del cannabis, entre otras cosas… se comenta que Mujica sabe un tanto del tema: ¡aplausos!

¿Hay que ser “moderado” entonces?, en los editoriales, operaciones fílmicas y performativas, pues el poder y sus “trolls” (alcahuetes arrastrados), se aprovechan de cualquier cosa para imponer “controles” y disimular la extensión del control, sobre todo pensamiento libre que exista. No lo acepto bajo ningún término, pues la vida es breve y mejor transitarla en libertad, entonando las melodías que hemos aprendido, en tiempos en que se llamaban a las cosas por su verdadero nombre.

Viven quejándose de otros que “manejan la libertad de expresión”, pero son los peores perseguidores y censores. Públicamente legislan en contra de las libertades civiles, promueven y hasta apoyan directamente acciones en contra de todos los denunciantes. Hoy por hoy son los inquisidores, tendencia tercer milenio, en clave matrix, con más control sobre los medios y sus mercenarios contratados por los gobiernos de las más diversas regiones, para desdibujar la realidad y la verdad, imponiendo desde su parasitismo ¿criterio?, tiene gracia y de la peor.

facebook no es una red social (aparenta serlo). Es más bien una gran industria que mueve miles de millones y los activos ya superaron los U$300.000 mil millones de dólares, así que va a ser difícil que cambien su política, seguirán censurando y por nada del mundo se acercarán a decir las verdades, si no el negocio decae, ley de vida en este planeta hoy, ¿o no es así?

Las fuentes de noticias dicen que son confiables. Rara vez sustentan con pruebas lo que desinforman. Los pueblos no son ajenos a esta estafa, como loros barranqueros repiten lo que escuchan, cuando de argumentar se trata. Los que sabemos que la realidad se cocina en las usinas del imperio, nos encontramos en un atolladero, pues ¿de qué manera desargumentar?, si hemos perdido la guerra, plenos de ideales, pero sin intenciones de faltar a la verdad… estos “Don Ninguno”, mintiendo, estafando y asesinando nos robaron la vida y la libertad de expresión, con una sola intención: lucrar con la vida de la humanidad.

“La respuesta al mal discurso no es la censura, sino más discurso”, declaró Edward Snowden. “Tenemos que ejercitar y promover la idea de que el pensamiento crítico tiene ahora más que nunca mucha importancia, debido al hecho de que las mentiras se vuelven muy populares”, añadió… sumo diciendo: “que la mentira se ha convertido en superstar de este tiempo, elevada a símbolo de los comportamientos que siguen millones de habitantes del planeta, por temor, por patologías varias o simplemente como nuevo deporte de las neoburguesías reinantes”.

Difamaciones nutridas de animosidad, tienden a intentar “desactivar” o “neutralizar” el accionar libertario, de quienes amamos la verdad, la buena fe y la valentía, quienes levantamos las banderas de la descolonización, marcando puntualmente dónde está el enemigo de la autodeterminación de los pueblos, en potentes y magníficos discursos que no admiten réplicas degradantes ni discriminatorias.

Curiosamente, lo que manifiesto no tiene la cobertura de prensa de los grandes medios corporativistas del planeta, medios con los que me he negado sistemáticamente a negociar, para formar parte de la corte de personajes ridículos, clero secular de prostitutas “medio pelo” rentados/as y sus acólitos, intentando escribir sin vocación, sin “animus”, atroces notas, en el espacio de privilegio en estos medios iluminados con luz de neón, medios que monopolizan la publicidad de chatarra consumida por millones de ciudadanos.

Ciudadanos con sonrisa dibujada, felices en su condición de ser simplemente piezas de un juego demencial y ridículo, de consumo y mentira, ofrecida en formato tabloid. Pero a no preocuparse, Santa Claus está llegando en su trineo cantando viejos villancicos, sponsoreado por la gaseosa cola, que ha tomado posesión de la Navidad y toda su implicancia otrora mágica y milagrosa, para ateos, creyentes y agnósticos, tal mi caso.

{ Diario La República }

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