Para que Kevens vuelva a ser campeón
por Leticia Martínez Hernández
Foto: Juvenal Balán
[Enviados especiales]
(Puerto Príncipe, Haití) – Kevens anda en muletas. Tiene diez años, le falta parte de su pierna izquierda, pero no deja de jugar al fútbol, esa pasión que a ratos le ayuda a olvidar pesares. Dice que sus amigos llegan primero que él a la portería, le cuesta trabajo ser ágil y quizás por eso, a veces, le dan chance para golear. Cuenta este pequeño que adora a la selección de Brasil y quiere ser como Ronaldinho. Pero eso será luego, pues hoy Kevens tiene una cita importante: los médicos cubanos medirán su muñón para pronto colocarle la prótesis que lo hará más ágil en el terreno.
Con una alegría inmensa llegaron a la consulta Kevens Cemens y Marie Lucie, la mamá que sufrió un desmayo aquel segundo día de febrero cuando vio a su retoño sin pierna. Por la dolencia del pequeño, Marie no puede trabajar. Salir a vender a la calle era su principal sustento, pero la invalidez del niño la retiene en casa. También la paraliza el temor de regresar y encontrarse de nuevo con lo peor. Así fue aquella tarde trágica cuando la tierra tembló y la tapia que separaba su casa de la contigua se desplomó. Estaban los seis hijos juntos, sin embargo solo el más pequeño resultó herido. Entonces Lucie sufrió, a su regreso, los gritos de dolor de Kevens que tenía la piernecita cercenada. Y ella no olvida aquel 2 de febrero, mucho menos borrará esta mañana de abril cuando los doctores Carlos Puentes y Denis Estrada toman las medidas al muñón de su hijo, y le anuncian que en quince días le llevan la prótesis a casa. Ella solo atina a decir: “No tengo gourdes, pero sí mucho agradecimiento para dar”. Eso bastó a los cubanos.
Así de sensibles han sido los días de Carlos y Denis en este Haití tan sufrido. Más de treinta años restituyendo sueños a quienes los creyeron perdidos, no los exonera de seguir sintiendo como la piel se les henchina cuando devuelven la risa a niños como Kevens, o a jóvenes como Robense, quien por más de doce años ha vivido pegado a sus muletas. Para que Kevens vuelva a ser el campeón del barrio, y Robense desande feliz los días en la Universidad, vinieron los dos “profes”. Y aunque ellos sigan preguntando porque les dicen así, son muchos los que se suman al apelativo, más que justificado por sus pasos en Angola, Pakistán, El Salvador… y por el amor que sienten hacia una profesión que tanto alivia.
Puentes es especialista principal del departamento de prótesis de Cuba RDA; Estrada, es licenciado en rehabilitación. Ambos llegaron a Haití para evaluar muñones, llevarse las medidas hacia Cuba y traer luego las primeras prótesis. Son ellos la avanzada de lo que pronto será el primer laboratorio de esos implementos tan necesarios en un país donde miles de personas fueron amputadas luego del sismo. Explica Denis, con las 34 muestras que llevarán a Cuba ya listas, que el trabajo ha sido arduo: “Los pacientes se encuentran muy dispersos, algunos hospitalizados, otros en los campamentos donde ahora viven. A veces nos trasladamos hasta tres horas por carretera para encontrarlos. Como los demás médicos, trabajamos en condiciones de campaña, lo mismo en una carpa, en un garaje, o debajo de un árbol. Pensamos regresar con las prótesis en alrededor de quinces días. No debemos dejar que pase mucho tiempo pues esos muñones pueden engordar o adelgazar. Entonces la prótesis que traigamos corre el riesgo de no servir”.
Comenta el doctor Carlos Puentes que “no se trata solo de colocar prótesis, sino de crearles habilidades a los pacientes, de que aprendan a vivir con ellas, a ponérsela, a quitársela… y de ayudarlos a que tengan una vida independiente. Ahora estamos priorizando las prótesis de miembros inferiores, porque desde el punto de vista médico es más factible. Un paciente encamado puede tener otros trastornos como las afecciones respiratorias, el engarrote de las articulaciones… Queremos que puedan valerse por ellos mismos”.
Con estos deseos llegaron los “profes” hasta la cama de Filoset, la muchacha de 19 años que perdió una pierna y estuvo a punto de morir cuando la hemoglobina le bajó a dos. Entonces tuvo la suerte de que un médico cubano le donara su sangre. Ahora la dicha volverá a sonreírle cuando otros cubanos le devuelvan la posibilidad de caminar. Y así, mientras Filoset vuelve a lucir hermosa, Kevens seguirá goleando en la cancha del barrio.
{ Granma }
Publicado em 23.04.2010