Cual conformación social


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Pudibunda burguesía

por Eduardo Sanguinetti

Si la abolición de la infecta burguesía capitalista fachista no llega a consumarse en este tiempo, todo estará perdido. Burguesía capitalista fachista que lo ha tomado todo, marcan con su avidez y mezquindad, el siniestro camino a seguir, reprimiendo y marcando tendencias que los pueblos temerosos hacen suyas… con ayuda de traidores de ideologías podridas, militantes de la farsa y de la estafa, de la realidad construida en estudios de TV basura, los conductores de la manada, pseudoperiodistas del régimen y opinadores/as de todo lo que no tenga que ver con la verdad de los acontecimientos espantosos que debemos experimentar día a día.

La existencia burguesa es el sistema de los asuntos privados de los estafadores, de los pudibundos mercenarios mercantilistas. La Burguesía es el enemigo, para quienes nos nutrimos de valores éticos, vivimos austeramente y hacemos uso de los placeres en libertad de serlo y saberlo.

El desarraigo brutal del régimen político capitalista burgués, ha logrado desgarrar el tejido social en Argentina, cristalizado en injusticias flagrantes, grietas sociales irreconciliables, ajustes feroces en la indigente economía de las grandes mayorías, pobres, hambreadas, explotadas y humilladas… a las cuales, sólo les queda la resignación o la reacción violenta. Existe también una tercera vía, mucho más árida, lenta y esforzada, que es trabajar en la formación de cuadros políticos munidos de convicciones axiológicas, una tarea eminentemente metapolítica.

La sensibilidad demostrada por seres exquisitamente solidarios, asimilados a prácticas de igualar dando espacio al acto preciso e indispensable en distribuir las “riquezas” de producción y del trabajo, un modo de conformar una nueva República, provocan pánico y resentimiento en la burguesía capitalista… infecta burguesía que teme por su patrimonio y su posición de privilegio, adquiridas siempre en pos de la desintegración y fragmentación de las comunidades y a favor de sus domésticas, epidérmicas y mezquinas necesidades, tan precarias y violentas.

La posibilidad de otra Argentina, a esta banda de burgueses intolerantes, que consiste en la cristalización de un país para todos, los hace entrar en crisis histéricas y psicóticas, que harán multiplicar sus sesiones de terapia… ¿Qué no se ha dicho sobre la pudibunda burguesía, hipócrita, avara de sus placeres, empeñada en no reconocerlos ni mencionarlos?

Mi sentir se asimila a un tema que debe sobrevolar el sentir y decir de todos/as: la verdad… pues es lo que más simuladamente muestra el poder burgués y lo que más esconden, sobre todo en la vida política, tan degradante en su representación, deviene el tan mentado asunto de la posverdad, donde las relaciones de poder en la verdad, son lo que se eliminan de plano, para dar espacio a mentiras de ninguna verdad.

La clase productora en el sistema burgués esclavizador, es el denominado proletariado, la clase social que no tiene nada que vender, pero que cuenta con la capacidad para trabajar, siempre que haya salud. Significa que la producción pertenece a la burguesía, ya que el trabajador no tiene nada que ofrecer a cambio, salvo la fuerza de su trabajo… tan precario en el presente, por ausencia ante millones de desocupados, arrastrando su malestar existencial a cuestas, domesticados por esta nefasta burguesía… que han dejado atrás todo lo que trascendente tenía la vida humana.

Desde el siglo XIX, la crítica de la sociedad se ha hecho a partir de la economía, insana reducción de la política. Y que puede hacer la política en este mundo en donde todo termina, quizás, recomenzar bajo otros signos que auguren mejores tiempos. Deviene meditar con huellas, para llegar a la conclusión de que la política hoy, asimilada a la historia, no es ni un recuerdo.

La burguesía, cual conformación social, se ha extendido a todos los espacios de la vida. La familia y el estado aún existen, pero no dejemos de visualizar que la familia ha roto sus lazos, convirtiéndose en contratos mercantiles, en vez de cuidar y respetar a las generaciones venideras, en libertad y ética, asimilados al origen. Y me pregunto ¿qué hacer con este tiempo que pareciera está de más en el devenir histórico?, ¿qué somos nosotros, esa transición? En este milenio, cuando la revolución debe llegar, aún no lo ha hecho y me formulo la misma pregunta ¿qué somos nosotros, los que estamos de más pareciera, en este tiempo donde no ocurre lo que la historia de la modernidad impone: no ocurre lo que debiera ocurrir?: la revolución.

Si deseamos una política que no sea de politicastros, deberíamos preguntarnos nosotros, las voluntades libres e interrogadoras, con la máxima honradez, si la revolución es deseable o no. Los gobernantes clonados del planeta, no darán la respuesta, mucho menos accionarán en favor de las mayorías revolucionando, está a la vista ¿o no?… experimentamos el final de la política como ha sido concebida por inspirados de otros siglos, que no ignoraban que la política es un espacio abierto por la existencia de la revolución, que indudablemente está llevando a cabo la burguesía capitalista, con rigor y obscenidad.

Y no puedo dejar de hacer mención de la historia de la Argentina como un “teatro paradojal”, un escenario donde los sujetos – marionetas que proliferan, tenaces en el escenariode la historia – cambian el disfraz para invertir los lugares y posiciones en el baile de las máscaras. Tal el caso de estos vecinos, ya no ciudadanos, que se autoexcluyen del devenir y de la existencia de toda una comunidad, anteponiendo sus miserables traiciones, a las necesidades y elección de todo un pueblo, en este caso el argentino, que en mayoría y sin lugar al más mínimo análisis, ha elegido en elecciones al gobierno de Macri y su circunstancia. Gobierno conformado por unos improvisados burgueses, explotadores, insensibles y temerosos de los individuos que marcan diferencia, los “jugados por la libertad de expresión”, tan proclamada y tan silenciada, ¿caben dudas?

Estos hijos bastardos de una oligarquía, autofundada, por necesidad y encargo, en nuestra historia, por quienes la escribieron, esclavos y fieles a las políticas liberales de Europa, representadas por los medios monopólicos y hegemónicos, que marcan el paso de toda una comunidad que asisten con “quejas” a su exterminio, en el orden de ciudadanos libres… medios que conformaron la imagen de una Argentina ficcionalizada, fragmentada, siempre en debate circular entre utopías, traiciones, y silencios, pretenden seguir en su eterno sitial de honor, cumplimentando fuera de espacio y tiempo sus psicopatías de conciencias fracturadas y vidas frustradas.

Visitantes de nuestra historia, cual turistas y extranjeros, esta burguesía mercantil, “penetrados su cuerpos”, por ese juego sádico de dominio y servidumbre, de relaciones móviles que malograron toda posibilidad de cambio, anteponiendo sus mezquindades y artificios, animadas de contradicciones fundamentales y repugnancias reprimidas, como cualquier mayoría sin minoría, pero sin dialéctica, contestación u oposición, sin fermentos, inmóvil, con sus falsos problemas, le han robado a lo largo de nuestra historia, la vida a nuestro pueblo, hambreado y condenado durante décadas a una existencia miserable.

Esta burguesía ávida, con su habitual y calculado aprovechamiento de especulación y mercantilización de la moneda, principio y fin de sus existencias degradantes, lanzan hoy discursos casuales por Instagram, balbuceando domesticidades, a las cuales pareciera el tilingo argento se asimila con entusiasmo y afán participativo… farándula en su cenit, ya no hay manera de infiltrar territorios con el pensamiento y la cultura, espacios que quedaron vacíos.

Ha llegado, si lo desea el pueblo temeroso hoy, la hora de un real y profundo cambio, para no repetir la historia que me han contado, he experimentado y jamás ha sido, para conformar luego de las horas y los días una existencia soberana… no ignoran que el derecho no conforma el poder… y a la pregunta si la revolución es posible, sólo podrán responder quienes acepten arriesgar la vida por llevarla a cabo, el resto, sólo palabras.

Y antes de dar por terminado este editorial, les comento que ante la provocación del encasillamiento: ¿liberal?, ¿comunista?, ¿peronista?, ¿anarquista?, la respuesta que basta sería: soy un hombre que vive goza y sufre, sujeto del azar constante, que me hace parte de la ecuación de ser destino.

{ Diario La Republica }

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