enredadEs


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Que há censura, quer da empresa, quer dos judiciários colono-satelitais da mesma força que controla esta e outras donatarias do Vale do Silício, sabe-se. Mas… É verdade, Señor Rubén, que usuários das “redes” agem com ódio, inveja, discriminam, querem excluir ou permitem que exibam os piores sentimentos humanos e o pior lixo midiático convertido em informação de interesse geral perante outro usuário? Uma coisa é certa: quem se diz amigo, apaixonado, admirador, seguidor, sangue do meu sangue e demais sinônimos entre perfis virtuais jamais agirá assim ou mesmo ver quem “segue”, o que “comenta”, fazer “print screen”, o que “tem”, a que horas e datas conecta e publica, como “está” nem interesse nas galerias virtuais; exibicionismo, então, impossível! Põe-se a mão no Fogo por estes queridEs que buscam, única e discretamente, o Bem para si e para o próximo.

(Ricardo S.)

Carta de Rubén Darío Buitrón a Marck Zuckerberg, el autoritario dueño de facebook

por Rubén Darío Buitrón

Señor Zuckerberg:

facebook, la empresa que usted creó en medio de una polémica porque dos compañeros suyos de la universidad lo acusaron de apropiarse de su proyecto, me castigó por un poema.

O por la imagen con la que ilustré un poema.

O porque me “reportó” alguien que me odia o me envidia o me considera su enemigo.

Tal como usted, facebook aplica sus reglas de manera unilateral.

No cumple el elemental principio de contrastar el supuesto “reporte” e ignora cualquier explicación que se le envía.

Eso se llama arrogancia y autoritarismo: facebook es un medio de (in) comunicación e interrelacionamiento y como espacio público no tiene derecho a censurar nada, excepto si alguien cruza la línea roja de la dignidad y el respeto a los demás y a sí mismo.

Doy gracias a todas las personas que han tenido la bondad de preguntarme no solo qué pasó con mi página de FB sino, sobre todo, por qué dejé, bruscamente, de publicar mis poemas que aparecen en mi espacio cada día (mi espacio, sí, porque no es suyo).

Pero percibo su mojigatería y sé que mostrar la imagen de una mujer acosada en un mundo machista, a quien se la ve enredada en una suerte de telaraña gigante no es un problema para usted.

Señor Marck Zuckerberg, a usted no le importan los problemas sociales, sino ganar tres centavos de dólar por cada like que ponemos en lo que nos gusta. Hagamos el cálculo: un like por cada uno de los 2.167 millones de usuarios en el mundo.

¿Otra prueba? La manera cómo conduce usted FB e Instagram, sus productos estrella, para que se conviertan en poderosos distractivos de la realidad y no en instrumentos de reflexión social.

En todo este mes durante el cual he permanecido censurado y no he podido publicar mis textos personales he pensado en el poder que tiene usted, señor Zuckerberg, un nombre que nunca hay que olvidar cuando uno entra a estas redes maliciosamente diseñadas para monitorear y controlar nuestras vidas.

Recuerdo que usted espió los perfiles íntimos de más de 60 millones de estadounidenses para entregárselos a quienes manejaron la campaña de Donald Trump, quien – para desgracia del mundo – luego sería el presidente de los Estados Unidos.

¿Ese fue un delito? Claro que sí. Y usted es un cómplice. Desde las leyes de cada nación hasta los principios universales de los Derechos Humanos establecen que lo es.

Pero a usted, míster Zuckerberg, no le pasó nada. Porque sus empresas son parte del gigantesco poder empresarial, financiero, bélico y cibernético que es el que realmente controla las decisiones políticas de la Casa Blanca en Washington.

¿Llama usted “redes sociales” a estos espacios que discriminan, excluyen, censuran, permiten que se exhiban en ellos los peores sentimientos humanos y la peor basura mediática convertida en supuesta información de interés general?

Las reglas de facebook son implacables en relación con la típica moral pacata, hipócrita, analfabeta funcional y mojigata de la conservadora sociedad estadounidense.

Y esas reglas, según usted y sus “creativos”, son las mismas para todo el mundo, como si todo el mundo debería ser como son ustedes o como si usted fuera la reencarnación del inquisidor Torquemada.

Por eso los acuso a usted y a sus mánagers de diseñar una perversa estrategia para controlar al mundo. Ni más ni menos.

Pero yo, que soy apenas un ciudadano planetario, seguiré publicando mis poemas con mis imágenes desafiantes, ejerciendo a plenitud mi libertad de decir, como lo he hecho siempre.

No sé qué consecuencias tenga publicar este texto a los pocos días de que terminó la censura de un mes impuesta por usted y sus torquemadas del siglo XXI.

¿Censurarme por mostrar bellas, estéticas y rebeldes fotografías con las que intento complementar el sentido de mis poemas?

¿Silenciarme durante un mes porque en la fotografía de una mujer enredada en todos sus acosos personales y colectivos se le veía, según ustedes, un pezón?

Madure, dueño y señor de facebook, antes de que los ciudadanos nos organicemos y creemos nuestra propia red – esta sí social – donde ejerzamos con libertad nuestro derecho a pensar, escribir y decir en un espacio realmente plural, democrático e inclusivo.

Un espacio donde reflexionemos la vida, que es mucho más compleja que lo que usted cree, una vida que si se tratara de ganar más dinero a usted no les gustaría mostrar ni evidenciar: las guerras e invasiones que EEUU fabrican para enriquecerse mientras el tercer mundo cae en el dolor y en la miseria, en la falta de empleo para cientos de millones de seres humanos, en el abuso sexual a las mujeres, en la pederastia de los curas católicos, en la prepotencia del poder político mundial sobre quienes no tienen para comer ni un pan, en el cruel negocio de las “redes sociales” (sí, con comillas) de difundir ataques políticos o personales o sin exigir la identidad de los remitentes…

Eso, según FB, no es relevante. Pero sí lo son un poema y una ilustración.

Quizás, en el fondo, míster Zuckerberg, usted tiene razón en cuidar el enorme poder que le entregamos nosotros cada día al escribir o entrar en la red (sin comillas, una auténtica e intrincada red) y el poder políticamente correcto.

En el fondo, usted teme que un texto, en mi caso un poema, un gran poema que aspiro algún día a escribir, pueda ser un misil de largo alcance contra la propotencia del poder de la Casa Blanca y gente como usted.

Un arma contra todo lo que no nos deja ser libres, ser felices, ser auténticos, ser los seres humanos desnudos y maravillosos, cada uno con nuestras maneras, hábitos, amores, talentos, dones, esperanzas y formas de ver nuestras cotidianidades.

Un arma que sí puede ser mortal contra todos los males, vilezas y perversidades del poder mundial, regional, local, personal.

Un arma de la que me enorgullezco no haber dejado jamás de usarla, escribiendo y publicando todos los días, aunque sea en hojas de papel y con un lapicero, sin pantallas ni teclados susceptibles de ser espiados en este mismo momento.

Quizás, si los grandes censores, si el tercer ojo, si el Gran Hermano que es usted, leen este texto, vuelvan a suspenderme.

Si lo hace, míster Zuckerberg, mis poemas se multiplicarán por miles en otros espacios.

Si no lo hace, aguante todo lo que tengo que decir.

Y no se atreva a censurarme de nuevo: léame calladito. Le conviene más.

Ruben Darío Buitrón
Poeta y periodista
Director-fundador de loscronistas.org
Quito, julio de 2018

{ Periodismo Crítico }

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