Para su economía y fortaleza interna


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Los asesinatos del Mossad en Teherán

Cuando Irán en la era Ahmadineyad comenzó su programa nuclear las alarmas de Israel, Estados Unidos y Europa saltaron. Un Irán nuclear significaba un grave problema, en primer lugar porque sería energéticamente independiente, como sabemos la tecnología para la obtención, transporte y uso de la energía posee valor estratégico. Un Irán nuclear significa que depende menos de los hidrocarburos y puede iniciar un proceso de desarrollo energético que redunde en su economía y fortaleza interna.

A nivel armamentístico una central nuclear puede producir suficiente material radiactivo como para ser tratado y usado con fines bélicos.

En Oriente Medio esto significaba tomar la delantera a los países árabes enemigos de Irán como Arabia Saudí o los Emiratos Árabes Unidos y ponerse al nivel de la nuclear Israel. La amenaza era mayúscula, sobre todo después del descubrimiento de una central nuclear siria, destruida por las fuerzas aéreas israelíes.

La violencia del discurso israelí contrastaba con la tranquilidad de Estados Unidos. Washington intentaba llegar a un acuerdo provechoso para ambas partes y volver al equilibrio previo a que se iniciara este conflicto, por su parte Israel pretendía atacar las instalaciones iraníes militarmente sin embargo la respuesta de Irán podía ser mucho más contundente que la inexistente respuesta de Bashar al Asad.

Irán mostró al mundo la central nuclear de Busheir, sin embargo los servicios secretos occidentales no estaban tan seguros y comenzaron a buscar en el terreno cualquier indicio de instalaciones secretas nucleares. El Mossad fue el servicio secreto más contundente en la búsqueda, ¿su logro?, convencer a organizaciones clandestinas dentro de Irán para que colaboraran con ellos. Este grupo secreto, el grupo iraní Mujahedeen-e-Khalq, funcionaban como las redes stay behind que colaboraba con la CIA principalmente pero también con el Mossad y el MI6 británico. Este grupo logró encontrar y señalar tanto las instalaciones como a los responsables del desarrollo de este programa nuclear.

El Mossad había pasado por alto que Irán llevaba desde finales de los años ochenta diseñando su programa nuclear, estrechando lazos con Rusia y China, reclutando científicos que trabajaban en llevar a cabo el proyecto. Se sabe que la central de Busheir fue levantada con ayuda rusa y, según fuentes en Irán, Rusia y China, el gobierno de Pekín se comprometió a levantar dos centrales nucleares pequeñas en el sur.

Sin embargo las noticias obtenidas por la red del Mossad en Irán daban la voz de alarma sobre dos instalaciones secretas, una en Isfahán y otra en Natanz. En Isfahán se convertía uranio enriquecido en gas y en Natanz se usaba el gas para enriquecer uranio en las centrifugadoras, lo cual era la prueba de que buscaban la bomba.

El Mossad diseñó virus informáticos para hacer fallar las centrifugadoras y dejar inservible tanto el gas como el uranio así como introducirse en la cadena productiva a través de empresas proveedoras de material, comprado de forma separada para no causar sospechas. Con esta estrategia los israelíes introducían material defectuoso que no funcionaba de forma efectiva o que se estropeaban lo cual retrasaba el proceso. Israel buscaba tiempo.

Mientras tanto las redes clandestinas dentro de Irán, compuesta por agentes israelíes dobles, asesinos del Kidon y los miembros de la organización Muyahedeen-e-Khalq, liderados por Zohreh Akhyani y con sede en Paris y Camp Ashraf (Irak), colaboraban para dañar lo máximo posible este programa. El objetivo de este grupo e Israel es el mismo, acabar con la actual República Islámica de Irán. La realidad, por lo tanto, era muy peligrosa para Irán, existía en su territorio una organización hostil y clandestina que operaba con un servicio secreto y que, además, era invisible.

Irán, sin embargo, seguía empañada en lograr la soberanía energética para lograr dejar de depender del consumo de hidrocarburos y poder iniciar un proceso de desarrollo energético, económico y social y, aparte, lograr la bomba para disuasión. Esta disuasión no venía bien a Israel ni a Estados Unidos, países acostumbrados a amenazar a Irán constantemente. Sobre todo teniendo en cuenta los planes de Estados Unidos para Irán contenidos en el dossier “reconstruir las defensas de América”, del think tank “Proyecto para el Nuevo Siglo Americano”.

La bomba significaría la imposibilidad de atacar o presionar a Irán, sobre todo debido a la cercanía de los dos grandes aliados de Estados Unidos, Arabia Saudí e Israel. Obviamente se libró una guerra de inteligencia en la que participó el Mossad, la CIA (desde su estación en Qatar) y el MI6 británico así como los servicios secretos saudíes, qataríes y de los emiratos, ¿su función?, obtener información y elaborar inteligencia con la que desbaratar el proceso. Esta guerra se libró por todo Oriente Medio desde Yemen hasta Líbano o Pakistán.

Debido a la imposibilidad de acabar con el programa y la lentitud en las negociaciones para pararla (a pesar de que Rusia se comprometió con Irán a entregarle energía nuclear barata), Israel decidió iniciar una campaña de asesinatos aplicando el terrorismo de Estado, en lo que son expertos.

En todo este entramado hizo aparición el doctor Khan, un científico pakistaní que había robado los planos de las centrifugadoras radiactivas a la empresa Eurenco, una empresa europea para la que trabajaba y creó sus propias centrifugadoras para competir con India, sin embargo, vio el negocio y decidió comerciar con ellas, ¿sus clientes?, Irán, la Libia de Gadafi y Corea del Norte, curiosamente solo el gobierno de Pyongyang logró su objetivo de convertirse en potencia nuclear. Fue un desertor iraní, Iftijar Chaudhry, quién denunció la colaboración entre Khan e Irán ante el FBI en Nueva York.

Rápidamente, los hechos quedaron al descubierto. Irán estaba llevando a cabo un programa nuclear civil del cual podría extraerse un programa militar (exactamente que hizo Israel en los años setenta en Dimona durante la era de Golda Meir y que fue denunciado y publicado por Mordejai Vanunu, un desertor israelí trabajador de esta planta). Las instalaciones eran cuatro: una en Isfahán, otra en Arak, otra en Natanz (la más importante) y la última en Qom.

Al final, la situación cambió cuando Irán y Estados Unidos llegaron a un acuerdo. Teherán renunciaba al programa nuclear y Washington levantaba las sanciones, el resultado de ese acuerdo ha sido desastroso para Irán.

ASESINATOS

Enero de 2007: Ardeshir Hosseinpour, envenenado con radiación. Este método es muy parecido al usado por el Mossad para el asesinato de Yasser Arafat, con Jaled Meshal el Mossad intentó un envenenamiento en Jordania pero fracasaron. Recuerda también al envenenamiento de Alexandr Litvinenko por parte del servicio secreto ruso;

12 de enero de 2010: Massoud Ali Mohammadi, asesinado cuando una moto bomba estalló al lado de su coche al salir de su casa rumbo a la universidad;

29 de noviembre de 2010: Majid Shahriyari, jefe cientifico del programa nuclear, asesinado cuando un motorista adhirió una bomba a su coche en movimiento, fue asesinado y su mujer (inocente) quedó gravemente herida aunque sobrevivió;

29 de noviembre de 2010 (el mismo día): Fereidun Abassi-Davani, mismo modus operandi que con Majid Shahriyari, sobrevivió al ataque y fue nombrado vicepresidente por Mahmoud Ahmadineyad;

23 de julio de 2011: Dariush Rezaei-Nejad (35 años), profesor de Física implicado en el programa nuclear iraní. Asesinado por dos agentes del Kidon a tiros cuando entraba en su casa. (Wikimedia Commons)

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